Espejo
Lector Impertinente.
Diciembre/22
Parece increíble lo que cunden ochenta minutos cuando no se tienen las ideas claras o las formas decididas. Por eso, cuando por fin termina “Espejo, espejo”, la cabeza del espectador todavía queda retumbando un buen rato intentado procesar lo que se ha visionado y comprender qué nos querían contar o transmitir exactamente.
Decidido, como siempre, a valorar el buen hacer y las buenas intenciones de cualquier cineasta, y más si es patrio, me quedo en primer lugar con los dos grandes aciertos que ofrece este film. Por un lado, la utilización de los espejos como conciencia visible de los personajes, sin ser novedosa (no tenemos más que recordar a Blancanieves) resulta simpática, adecuada y técnicamente muy lograda. Por otro lado, y como gran virtud de este proyecto, el trabajo de todos los actores, primeras espadas de la comedia nacional, que despliegan su profesionalidad con un entusiasmo inversamente proporcional a la calidad de sus papeles.
Todo lo demás es, como poco, confuso, y, como mucho, lamentablemente, patético. Aparte de la vulgaridad y el humor rancio y grueso que no parece que nos vayamos a quitar de encima a pesar de que Esteso y Pajares ya hace mucho tiempo que dejaron de ser tendencia, el guion vapulea los temas y los mensajes haciéndolos pasar del panfleto de agenda institucional a la parodia de esa misma ideología.
El narcisismo, el concepto de belleza, la autoestima, las relaciones laborales y personales, las puñaladas empresariales, la omnipresencia de la publicidad y la banalidad con la que se trata todo lo anterior se mezclan, se agitan y se desparraman con la inconsistencia de una manguera que nadie sujeta. Si quieres tomarte los problemas en serio, la ligereza con la que se exponen y unos diálogos plagados de soflamas de calendario barato exasperan, indignan o, directamente dan ganas de llorar. Si, por el contrario, entiendes que es simplemente una comedia que describe en clave de humor el caos de la sociedad actual, entonces entristece ver cómo se parodian situaciones que, en la vida real, producen tanto sufrimiento, en especial todo lo referido a la identidad sexual y su proyección exterior.
Esta película creo que va sobre la gente de la generación X (o boomers en general) intentando procesar y no perder el carro de la generación Z. Los millennials quedan por ahí perdidos. Lo supongo porque el guionista y director es más o menos de esa edad. Se le nota cierta vocación de ganarse al público sexualmente diverso, pero no sé no sé eh. Los X ya van pareciéndose a Antena 3 en su vano intento de parecer frescos y actuales. Polvos y sudor bajo pelucas versallescas.
El "high concept" del film es que tu yo interior controla tus reflejos en los espejos y aprovecha cuando te miras para darte el sermón. No es puramente metafórico, la realidad de la película es esta. Según el personaje su yo interior es uno solo o son varios, pero solo uno es el verdadero y a veces manda el original, a veces el espejo. Da para unos buenos gags, pero la película va desinflándose y complicándose a medida que avanza y al poco tiempo (80 minutillos) le han de dar finiquito en falso porque alargarlo sería aún peor.
El elenco hace lo que puede tirando a bien. O está mejorando o le empiezo a pillar el punto a Areces, Malenia Alterio muy bien y el resto cumple con sus estereotipos. Leí noticias de que Resines estaba en el rodaje, no sé qué pasó, pero al final no sale. Loles León se lleva el mejor cameo, por el contrario, el de Verónica Forqué me sabe mal siendo el último papel, pero es inquietante si no triste. Que en paz descanse.
¿Descansaré yo en paz antes de ver una película española donde aparezca el lenguaje inclusivo no como recurso humorístico? Por curiosidad estadística más que nada. Probablemente no.
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