'Merlí' la serie que me hubiera gustado ver cuarenta años atrás
Lector Impertinente.
Febrero/23.
Tengo muchos años, y 'Merlí' es la serie que me hubiera gustado ver cuarenta años atrás. Nuestros jóvenes están acostumbrados a consumir productos adocenados, sitcoms de instituto que potencian clichés y prototipos engañosos. 'Merlí' es una serie adolescente, pero sobre todo muy madura. Transmite valores, invita a pensar y produce emociones. Se dirige a un abanico muy amplio de espectadores: con independencia de la edad que se tenga, se sea alumno o docente, cada uno podrá apreciar en la serie pequeños destellos de verdad, escenas que ha vivido, dudas que ha experimentado y reflexiones que en algún momento hicimos pero que no nos atrevimos a verbalizar. En definitiva: 'Merlí', por su riqueza artística y su vocación ciudadana, es el modelo de ficción que debería promover la televisión de nuestros días
Merlí, un personaje redondo y muy complejo, habla y actúa sin filtro alguno, y eso produce un gran malestar en el instituto donde trabaja. Los profesores se sienten incómodos ante sus originales métodos pedagógicos, mientras que su descaro y sinceridad potencia una sorprendente catarsis en cada uno de sus alumnos. La serie hace confluir la evolución académica y anímica de todos los personajes con el temario de Filosofía que el protagonista explica en sus clases, un punto de vista que enriquece su premisa juvenil. En consonancia con esa idea, los títulos de sus episodios coinciden con los nombres de distintos filósofos, demostrando que la verdadera enseñanza educa por y para la vida, partiendo de referentes reales y dispuesta a transformar el devenir de sus protagonistas. Puede parecer un discurso muy poético, una carambola narrativa cargada de idealismo, pero en un momento de zozobra como el que nos ha tocado vivir una serie como 'Merlí' invita al debate y abre los ojos.
Pero ahí no terminan las virtudes de la serie revelación. Pocas veces podemos encontrar un reparto de actores jóvenes tan brillante, con una solvencia y naturalidad apabullante. La ironía de las 'merlinadas' del magistral Francesc Orella apuesta por un humor inteligente muy loable, en las antípodas de la chabacanería de otras producciones que, a priori, se dirigen a públicos y tratan temáticas similares. La serie contiene uno de los discursos más acertados sobre el despertar de la sexualidad y de la homosexualidad, sin ñoñeces ni eufemismos: estoy seguro que la sensibilidad con la que la
serie trata estas cuestiones tenderá puentes entre padres e hijos. Y, además, pocas veces el lenguaje de una serie con personajes que estudian bachillerato resulta tan auténtico: en este sentido, el idioma catalán/castellano (depende de la versión que escojas) que hablan sus protagonistas es actual, vivo y creíble, muy lejos de las muletillas prefabricadas que solemos escuchar en la pequeña y la gran pantalla actual.
Empecé diciendo que tengo muchos años y que 'Merlí' es la serie que me hubiera gustado ver cuarenta años atrás. Y aquí ya no habla el bloguero que escribe reseñas, sino el alumno que fui hace tanto y el docente que me hubiese gustado ser, aunque lo mío es la estadística, poca broma con ella. Entiendo perfectamente las ansias de Joan por rebelarse contra sus padres, por mucho que éstos sólo quieran lo mejor para él. También a Bruno, una buena persona que de manera inconsciente hace daño a los demás para evadirse de sus fantasmas. O el espíritu de superación de Pol, las dudas de Gerard, los miedos de Ivan, la madurez de Mònica, la humanidad de Tània, la espontaneidad con pasado doloroso de Oliver o las ganas que tiene Berta por sentirse querida y aceptada por el grupo. Tres temporadas para reír y, por qué no, para echar alguna que otra lágrima sana. Sólo queda felicitar y dar las gracias al director Eduard Cortés, a su vastísimo reparto, a su equipo técnico y a su creador, Héctor Lozano: 'Merlí' es una serie para atesorar.
Excelente, creo que sería la palabra que en mi opinión resume esta serie.
El planteamiento del guionista a la hora de escribir esta serie me ha gustado bastante, desarrollando un personaje de la filosofía, aunque no demasiado y no necesariamente de forma exacta ya que no es el planteamiento de la serie, y enlazando a partir de él el capítulo completo, aunque con tramas que aparecen en distintos capítulos. Esta es también la gracia que tiene la serie, cada capítulo aporta algo nuevo, pero también mantiene toda una misma unidad argumental para no ser cada capítulo independiente.
Últimamente había perdido bastante la fe en las series nacionales, casi todas sobre argumentos de novela negra, simplemente seguía una serie de aquí desde hace unos cuantos años, pero esta producción me ha hecho recuperarla. Me alegro un montón porque el trabajo de estos grandes actores a los que ahora no voy a perder la pista, ha tenido un gran reconocimiento en Cataluña y ahora se extiende a todo el panorama nacional.
Para finalizar, simplemente decir que todo aquel que pueda verla, que la vea, merece muchísimo la pena
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