Operaciones especiales: "Lioness”

Lector Impertinente.

Diciembre/23.

 

 

 

Las series siguen imponiendo supremacía. Y si bien su boom algo ha decaído es el perfecto complemento de las películas. El cine es muchas cosas a la vez: industria, entretenimiento, arte y propaganda. En el caso que nos ocupa es básicamente propaganda de Estado. La mejor forma de publicitar a un imperio y como éste es capaz de derrotar a sus enemigos. Que esto sea conocido, admirado y aprobado es ya misión cumplida: un caramelo de cianuro.

 

“Operaciones especiales: Lioness” es una serie del año 2023 que le lava la cara a los Marines y a la política exterior de los Estados Unidos. Bien hecha y con todos los recursos fílmicos de una producción boyante al mejor estilo del Hollywood pendenciero alineado con la Casa Blanca y el ejército. Maquiavelo en el apartado XII de su esencial: “El Príncipe” (1532), estableció que los cimientos del estado antiguo y moderno recaía en el ejército y sus leyes. Y esto es prácticamente un desiderátum para los Estados Unidos.

Su tema es el terrorismo y como los Marines, la CIA, el Departamento de Estado y la Casa Blanca son los amos del mundo. Al terrorismo de los árabes los Estados Unidos imponen otro terrorismo, el propio, el de Estado.

Nos quieren convencer que ese sí es legal, patriótico y bueno. “Operaciones especiales: Lioness” es propaganda dura y pura a favor de los Estados Unidos y su ejército imperial extra fronteras. El mensaje es claro: nadie nos puede ganar. Ya despachamos a los hijos de satán de la liga comunista y ahora vamos por los pérfidos descendientes de Saladino y su despiadada guerra asimétrica.

En nombre de la Democracia de los Estados Unidos la lucha contra el terrorismo mundial se hace y se hará sin paliativos de ningún tipo. Razón por la cual se nos muestra a los mejores soldados; el mejor armamento y la mejor logística para el espionaje y vigilancia. Y también como se maniobra con las leyes como si fueran de plastilina acomodándose al fin último: el predominio de la fuerza y no de la razón.

Al enemigo se le liquida. Ese es el principal mensaje. Se le infiltra y se le liquida. Las normas internacionales con sus leyes y convenciones las ignoran olímpicamente. Un doble rasero que nos lleva al Estado fascista al servicio de los grupos de poder y no de la sociedad. La hipocresía como norma de comportamiento diplomático.

Taylor Sheridan es uno de los creadores más coherentes de la industria audiovisual contemporánea. Todas sus películas y series tratan en el fondo de lo mismo: de gente que te quiere matar. La gente que te quiere matar son los malos, y el modo en el que tú te defiendes de ellos en tres actos es la película.

Según lo que hagas, aparecen los conflictos morales. Es bastante habitual que, para evitar que te maten, tengas que hacer cosas que no le gustarían a tu madre. Y ése es el trabajo de Sheridan: escribir pensando qué no quiere una madre que haga su hijo. Ya hablamos aquí un poco de este señor, diciendo lo más importante: que es de Texas. Tiene bastante sentido que un señor de Texas no escriba sobre nuevas sensibilidades, ni mucho menos sobre nuevas masculinidades, sino sobre la hombría fordiana de toda la vida de Dios; y que sus escenarios sean rurales, sus héroes, iletrados, sus heroínas, tías más duras que el bordillo de las aceras. Salen muchas armas y helicópteros. Es un cine que a cualquiera pone mucho.

Ahora acaba de estrenar en SkyShowtime su nueva serie, Operaciones especiales: Lioness, porque cuando dijeron que SkyShowtime llegaba a España lo que de verdad llegaba a España era Taylor Sheridan (Tulsa King, Yellowstone, Mayor of Kingstown…), un tipo que escribe más guiones al año que Disney entero.

Estamos en Siria con los buenos; o sea, con los americanos. Reconocemos ya esa fotografía (Sicario 1 y 2), esas gafas de sol de matón de Austin (La noche más oscura, Kathryn Bigelow, 2012), esos vehículos blindados color camello donde se pone música para disparar (Humvee, se llaman) y esos paisajes árabes que obviamente no son árabes porque a Siria no te dejan ir a hacer películas. Es España.

Últimamente, viendo películas americanas de guerra en el mundo árabe, uno tiene una extraña sensación de vecindad. En El pacto (Guy Ritchie, 2023) era difícil no reconocer Alicante. Consultando IMDB, descubrimos que para las localizaciones yihadistas de la serie a Taylor y a su equipo les ha valido con venirse a Mallorca. El travestismo geográfico de Hollywood siempre resulta inquietante. Hace décadas, España se solventaba en las películas rodando en México, como recordarán. El caso es estamos en esta Siria balear porque los buenos luchan contra el ISIS. El argumento que ha encontrado Sheridan para Lioness es curioso: las fuerzas anti-terroristas americanas, a la hora de eliminar objetivos (o sea, matar gente), han descubierto que no es mala idea seguir a las esposas de dichos objetivos hasta que, finalmente, les lleven al lugar donde se esconden los capos, jefes, cerebros y mandamases de la organización enemiga. Para este seguimiento, recurren a mujeres que puedan pasar por árabes, y consiguen que se hagan amigas de las esposas de los malos. Es la infiltración de género, sí, lo que han inventado (real o ficticiamente) en Hollywood.

Lioness arranca maravillosamente, con mucha acción y, como dijimos, un gran conflicto moral típico de Taylor. En este caso, la protagonista (Zoe Saldaña), debe decidir qué hacer cuando su infiltrada es descubierta, y su decisión es bombardear la casa donde se encuentra para evitarle sufrimientos mayores (violación, tortura, vídeos de todo ello…).

Esto, que parece (porque lo es) una escena de guerra establece en realidad el fondo narrativo de la serie: cómo las mujeres que se defienden de los hombres que las agreden. Por ello, enseguida saltamos a la otra protagonista del show (Layla de Oliveira), una camarera maltratada por su novio que acabará alistándose en la marina y, claro, coincidiendo con Zoe Saldaña en sus locas aventuras sirias. Todo, como digo, muy bien. Hay una escenita encantadora durante el entrenamiento con los marines, donde Cruz (Layla) pide a sus instructores someterse a las mismas pruebas físicas que los hombres, pruebas que obviamente supera con creces. Quiere decirse que Taylor Sheridan es muy inteligente, nos hace ver las cosas de otra manera y está tratando a sus personajes femeninos con notable creatividad. ¿Dónde pierde estrellitas Lioness, entonces? Por lo que sea, en Hollywood siguen creyendo que es muy interesante la vida familiar de los policías, los militares o los espías. ¿Cómo compaginas ir por el mundo matando gente con hacer los deberes por la tarde con tus hijos? Es un cambio de tercio muy peligroso, pasar de las balas y las tanquetas a las tazas de café y los hogares amorosos, y realmente en este caso no funciona.

Si Taylor trata con originalidad a sus féminas, no hace lo mismo con sus varones. El plano de presentación del marido de Zoe Saldaña es ya condenatorio: sale cocinando. Si hay un plano ya cliché, ya idiota, ya insufrible es ése en el que conocemos al marido de una protagonista siempre en la cocina y siempre dando de comer a sus hijos. Sólo indica pereza creativa. Todo lo que sigue, en esa casa, en ese hogar, es una sucesión de tópicos, de adolescentes gruñonas, de hacer el amor o no hacerlo, de abrazos vistos tantas veces que ya no vemos abrazos, sino relleno sentimental de la peor especie. Obviamente el marido es oncólogo y tiene el pelo canoso. Lo de siempre. Luego está Nicole Kidman, cuya cara pasada por el quirófano -lo siento mucho- no diría uno que está en condiciones de interpretar papel alguno. Quizá sí el de una mujer que ha pasado muchas veces por el quirófano. Laura Dern hubiera sido una mejor opción.


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