Una Orquesta por la Paz
Luis poyatos.
Abril/25.
Mucho se ha escrito sobre Barenboim, pero en esta remembranza quiero centrarme en Edward Said. Formado en Estados Unidos, en el contexto político actual, probablemente habría sido blanco de ataques y represalias.
El 20 de agosto de 2006 siempre lo recordaré como un regalo de la vida. Fue un día caluroso, típico del verano granadino, y el patio del Palacio de Carlos V estaba repleto de gente. Me embargaba la ilusión de escuchar y ver al maestro Daniel Barenboim dirigiendo. No es fácil presenciar en directo a músicos de este nivel por diversas razones: entradas costosas, agotadas con rapidez... Pero aquel concierto llevaba implícita una de las mayores joyas creadas por el ser humano.

Esa joya es la Orquesta West-Eastern Divan, un proyecto que trasciende lo musical y se fundamenta en valores humanitarios. Su nombre proviene de "Diván de Oriente y Occidente", la última antología de poesía lírica de Johann Wolfgang von Goethe, inspirada en la poesía persa y sufí. Goethe, fascinado por el conocimiento de otras culturas, llegó a aprender árabe a los sesenta años.

Créditos a quien corresponda.
La música enseña sobre la vida; nos muestra cómo aceptar los distintos roles dentro de su estructura: la voz líder, la segunda y tercera voces, las familias sonoras... En ella conviven sonidos diversos, reflejando que no hay que temer al otro. Y si ese "otro" está en conflicto por desavenencias políticas, en la música estas desaparecen. Es doloroso pensar que una creación tan noble pueda verse amenazada por la pérdida de valores humanos. Ojalá esta orquesta siga siendo un símbolo de convivencia, pues no nació solo como un proyecto musical, sino también como un espacio para el diálogo y la reflexión frente a la locura del conflicto israelí -palestino.
Este proyecto fue concebido en 1999 gracias a la iniciativa de dos mentes brillantes: el director de orquesta Daniel Barenboim, argentino de origen judío-ruso, quien vivió en Israel y conoce bien su sociedad, y el intelectual palestino y pianista Edward Said, nacido en Jerusalén en 1935 en el seno de una familia árabe cristiana. Su madre, de ascendencia libanesa, y su padre, comerciante con nacionalidad estadounidense, se trasladaron a El Cairo en 1947 tras la ocupación de Palestina. Said falleció en Nueva York en 2003, a los 67 años tomando el relevo su viuda Marian Said .La financiación del proyecto proviene de la Junta de Andalucía y de patrocinadores privados. La sede está en Sevilla desde el 2002.
Ambos artistas decidieron crear una taller para jóvenes músicos de Israel y otros países de Oriente Medio con el propósito de combinar el estudio y el desarrollo musical con compartir el conocimiento y la comprensión entre culturas que han sido tradicionalmente rivales.
Mucho se ha escrito sobre Barenboim, pero en esta remembranza quiero centrarme en Edward Said. Formado en Estados Unidos, en el contexto político actual, probablemente habría sido blanco de ataques y represalias. Se licenció en la Universidad de Princeton en 1957 y obtuvo su doctorado en Harvard en 1964. En 1963 comenzó a impartir clases en la Universidad de Columbia, donde enseñó Inglés y Literatura Comparada.
Hoy en día, el clima académico estadounidense sigue marcado por presiones políticas. Recientemente, varias rectoras de universidades como Harvard, Columbia y Filadelfia han dimitido debido a la influencia de grupos de presión sionistas, especialmente bajo la presidencia de Joe Biden. Entre ellas destaca Claudine Gay, la primera rectora negra en la historia de Harvard, quien, además de ser criticada por su postura en el conflicto palestino, recibió múltiples acusaciones de plagio por parte de un mismo denunciante. Todo esto muestra lo difícil que sería para alguien como Said desenvolverse en el panorama actual.

Créditos a quien corresponda.
Edward Said dejó un legado intelectual invaluable con más de veinte libros, entre ellos "Intención y Método" (1975), "Cubriendo el Islam" (1980) y "Elaboraciones Musicales" (1991). Sin embargo, su obra más influyente es "Orientalismo" (1978), donde sienta las bases de los estudios poscoloniales y denuncia la falsa imagen de Oriente construida por exploradores, poetas, novelistas, filósofos, economistas y administradores occidentales. Su activismo por la causa palestina lo convirtió en un sospechoso a ojos del FBI.
Entre sus frases más célebres, destacan: "No podremos luchar por nuestros derechos, por nuestra historia y por nuestro futuro hasta que estemos armados con las armas de la crítica y de la conciencia dedicada". Y en "Orientalismo" señala: "Los árabes, por ejemplo, son considerados como camellos, terroristas, de nariz de gancho y venales cuya riqueza inmerecida es una afrenta a la civilización real. Siempre acecha la suposición de que, aunque el consumidor occidental pertenece a una minoría numérica, tiene derecho a poseer o gastar (o ambos) la mayoría de los recursos mundiales. ¿Por qué? Porque él, a diferencia del oriental, es un verdadero ser humano".

El legado de Said sigue vigente, y su pensamiento nos interpela en un mundo donde la lucha por la justicia y el reconocimiento de la diversidad continúan siendo imprescindibles.Se oponía a la violencia y apoyaba el reconocimiento de Israel, lo que le valió críticas de Fatah y el Frente Popular para la Liberación de Palestina.Miembro del Consejo Nacional Palestino, rompió con Arafat por considerar los Acuerdos de Oslo un fraude, pues no abordaban la ocupación, Jerusalén ni los asentamientos. A pesar de la ruptura, siguió luchando por la causa palestina y en 2000 fue fotografiado arrojando una piedra en la frontera entre Líbano e Israel.Su activismo le valió acusaciones de antisemitismo y terrorismo, e incluso el lobby judío sionista intentó despojarlo de su cargo académico. Aún así , Edwards recibió en 2002 junto a Barenboim el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
Créditos a quien corresponda.
Después de dar esta información de una muy loable institución quisiera comentar para acabar que por parte de Israel no hay nada que hacer . Israel no quieren entender que el destino de los dos pueblos están inexorablemente unidos y tienen que coexistir juntos en una misma tierra como coexisten los músicos israelíes y palestinos en este proyecto.
Describir en detalle el devenir del proyecto Barenboim-Said nos ofrecería una visión más amplia de este extraordinario esfuerzo de dos hombres que, a través de la música, se convirtieron en emisarios de la paz.
Aún queda un largo camino por recorrer para erradicar el odio y abrir paso a la paz. Es imprescindible redoblar esfuerzos para que las mentes obtusas de políticos belicosos y ambiciosos aprendan a actuar con razonamiento y sensatez. Hemos sido testigos de demasiadas guerras orquestadas por los intereses de la industria bélica y el afán de lucro de empresarios neoliberales.
Las manifestaciones contra el genocidio en el mundo, aunque necesarias, han resultado insuficientes para despertar la conciencia y la sensatez en gobiernos que insisten en resolver los conflictos mediante la fuerza y la agresión. La historia nos ha demostrado que la violencia solo engendra más violencia; es momento de que la humanidad exija, con mayor contundencia, el fin de esta espiral destructiva.
Desde el arte, así como desde las comunidades musulmanas y judías legítimas, continúan surgiendo propuestas para la reconciliación. Ojalá sus voces sean escuchadas.Es un intento que por sí solo merecería el Premio Nobel de la Paz.
Por ahora, el legado de Edward Said y Daniel Barenboim sigue más vivo que nunca. Aunque Said falleció en 2003 a causa de la leucemia y Barenboim, tras una brillante carrera, anunció en febrero que padece párkinson, su compromiso con la música y el diálogo persiste. Mientras su salud se lo permita, seguirá dirigiendo, reafirmó su compromiso con la West-Eastern Divan Orchesta .
Este proyecto sigue siendo un símbolo de entendimiento y paz, un recordatorio de que la cultura puede tender puentes donde otros ven divisiones. Y, como bien se dice, mientras haya vida, hay esperanza.
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