Trump, y el Nuevo Orden Mundial
El Comunero.
Febrero /25
Nunca en toda la historia de la humanidad, se ha dado una concentración de poder tan abrumadora en manos de un grupo tan reducido de magnates, que concentran en sus manos todo el poder mediático, financiero, armamentista y político.
Después de la caída del bloque soviético a principio de los noventa del pasado siglo, tras la debacle afgana, el presidente del bloque capitalista, George Herbert Walker Bush, nos anunció desde su despacho en la Casa Blanca y con palabras bonitas, que las cosas iban a cambiar en un mundo en el que solo una potencia, los Estados Unidos, iba a imponer su voluntad. Luego, las mafias rusas surgidas de la Perestroica, el Tratado de Belavezha, lío yugoslavo, un tal Boris Yeltsin, un borracho que hacía disparates, y las revoluciones de las repúblicas aún bajo control de la madrastra Rusia, obligaron a los magnates, a posponer sus planes y el mundo siguió más o menos igual, aunque con más naciones, hasta principios del presente siglo, cuando otro Bush, también George pero solo Walker, un hijo de su padre el primer Bush, después de masacrar a un pueblo indefenso y llevar la “democracia” a otro que vivía en paz, nos anunció desde la cubierta de un buque de guerra que el mundo entraba en un nuevo orden mundial, y aquel nuevo orden no fue otro que el sistema liberal que durante dos décadas ha hecho que la mitad del mundo pase hambre, y a la otra mitad sea cómplice del hambre de los primeros, mientras un reducido pero muy influyente grupo de golfos y sinvergüenzas se hacían inmensamente ricos traficando con cualquier cosa, incluida la vida humana.

Tras el fracaso del sistema liberal, y con la evidente necesidad de un cambio de rumbo acuciando antes de que todo el castillo de naipes se desmorone, los magnates han tomado directamente el mando de la nave occidental y avisando desde mucho antes de tomar el timón oficialmente, y convencidos de nuestra estupidez, nos han adelantado que vamos directos a un nuevo orden mundial, el de “aquí se hace lo que yo digo o aténgase a las consecuencias”, con el que piensan adueñarse desde Groenlandia hasta el Canal de Panamá, pasando por el casquete polar.

Nunca en toda la historia de la humanidad, se ha dado una concentración de poder tan abrumadora en manos de un grupo tan reducido de magnates, que concentran en sus manos todo el poder mediático, financiero, armamentista y político. Un puñado de locos que ocultan su locura tras los números de sus cuentas corrientes, un puñado de enanos intelectuales a los que todo el mundo simula no ver sus enormes taras, abrumados por los ceros de sus cuentas corrientes, un grupo muy peligroso de pigmeos morales y tarados religiosos que pretenden imponer su voluntad, como sea y al precio que sea, a un mundo cada día más sodomizado, que, sin embargo, está encantado en su sodomía.

No existen las normas éticas, ni morales para un Donal Trump que no tiene problema para comprar el silencio de una prostituta a la que pagó por sus servicios, ni tampoco para arengar a una horda de disminuidos mentales que grito de “tongo” y portando en la cabeza cascos vikingos a falta de cerebro se apresuraron al intento de golpe de estado en Estados Unidos, dejando un muerto y numerosos heridos, por lo que solo ha pagado algún disminuido, pero no quien los incitó, porque quien los incitó dispone de dólares en abundancia y el disminuido no llega a fin de mes.
El nuevo dueño de Occidente, Donal Trump, un tipo completamente loco, y su principal escudero, Elon Musk, otro millonario aún más iluminado que el millonario Trump, ya tiene más que diseñado el nuevo orden mundial, al que alguno de sus más cercanos colaboradores ha definido como “Tecnomedieval” en clara alusión a lo que nos espera a todos, un mundo altamente tecnificado y a través de esa tecnología, bajo control absoluto de los magnates, ser gobernados por sátrapas absolutistas, con un enemigo concreto, China, que de momento les está fastidiando el negocio.
Cuando las élites económicas que controlan absolutamente todos los aspectos de nuestra vida, pierden la moral y repudian las normas de convivencia y la democracia, el mundo entra en una deriva muy peligrosa, de impredecible final.
En febrero se abre el telón.
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