Remembranza musical reivindicativa
Elepé.
Marzo/24.
La ciudad de Granada creó un tejido artístico con diferentes formaciones de estilos musicales y que celebraban la llegada del verano como la gran fiesta de la música, Después de décadas, “los circuitos” de la “dipu” han sido referentes y muchos músicos andaluces han participado en ellos
En nuestra rica lengua, hay una palabra que siempre ha cobrado sentido para mí como ser humano consecuente ante las adversidades, sabemos que el mundo nos comerá a todos por igual, pero habrá una pequeña diferencia en aquellos que han sabido sonreír a las embestidas que da la vida.
En estos momentos, mi mente se llena con un grito de apoyo a Palestina. No entraré en detalles, simplemente diré que el pueblo palestino nos está enseñando: VIDA.
La palabra que marca en estos momentos de mi vida es “posicionarse”. Admiro cuando un pueblo se posiciona en defensa de sus valores, de su gente, de su identidad.
El adoptar una posición o actitud sobre un asunto puede tener consecuencias, ya sean buenas o letales. Al recordar este mes, quiero empezar diciendo que, sin reivindicaciones, sin posicionamientos, sin protestas y sin luchas, no hay conquistas.
En los ochenta, nuestra querida Diputación Provincial más conocida por la “dipu” llevó a cabo unos de los tesoros que mejor ha dado culturalmente la ciudad de Granada.
Eran épocas hermosas y tuvimos la suerte junto a otros compañeros de vivirlas. El PSOE llevaba tres años en el poder y tanto el ayuntamiento como “la dipu” estaban en manos socialistas.
“La dipu" creó “los circuitos musicales” que fortalecieron la escena artística, creativa y económica durante muchos años. Recordar aquella época llena de música de rock, jazz, latina, cantautores, flamenco, entre otros, trae alegría en todos los sentidos. Tuvimos que construir desde cero infraestructuras de escenarios, sonido, comunicaciones, gestionar todo lo necesario, que hoy en día puede parecer innecesario, pero era crucial entonces.
Y esto lo comento porque de no haber casi nada en aquella época, nos encontramos hoy en día con una cantidad de maravillosos edificios culturales, por toda Andalucia, con motivo del infame “boon del ladrillo”, esa afamada burbuja inmobiliaria que nos llevó a la peor crisis económica, y la que cambió la cultura. Grandes mamotretos, pero sin programación cultural continua.
Volviendo a nuestro ochenta, comentar que se podía vivir en aquella época de la música popular que te gustaba y no haciendo para nada, la otra vía musical que existía (y que conste que también daba muy bien de comer), me estoy refiriendo a la música de verbena, con todos los respetos del mundo. Reconozco que la gran mayoría éramos autodidactas y el gusto de cada músico, la empatía por cada estilo y su lucha por sacar adelante su proyecto, nos hacía ilusionarnos, juntarnos y ubicarnos en el concepto musical.
Podemos escribir ríos de tinta de aquella época, donde no había conservatorios que enseñara música popular. Las canciones había que sacarlas como se podía, dándoles miles de vueltas a un cassette para sacar una frase musical o intentar obtener el gran “fake” Real Book, un libro con sus errores pero que dio mucha vida a los músicos de Jazz.
Así la ciudad de Granada creó un tejido artístico con diferentes formaciones de estilos musicales y que celebraban la llegada del verano como la gran fiesta de la música, Después de décadas, “los circuitos” de la “dipu” han sido referentes y muchos músicos andaluces han participado en ellos. Posteriormente se extendió por toda Andalucía, pero han ido desapareciendo por ignorancia de nuestros políticos que no quieren enterarse que la cultura no es un gasto.
Es bueno recordar que festivales como el Jazz en la Costa salió de estos circuitos y no tenemos que comentar las prebendas que deja en Almuñécar.
De hecho, cuando la “dipu” nos empezó a llevar como músicos de jazz a las Alpujarras, no nos parecía mal, pero no entendíamos que nos mandaran a pueblos complicados, musicalmente hablando, porque tocar en los principios de los ochenta, un estándar o un blues, por ejemplo, en Cádiar y en plenas fiestas, era muy duro.
Recuerdo que no llegábamos al tercer tema cuando el bastón del alcalde, me llamaba la atención y a continuación decirme, “dejar de tocar, tengo un jamón y un vino que quita el sentío, anda bajaros …”
Obviamente, la situación no era la correcta, pero era lo mejor, peor sería que nos tiraran al pilón, aunque la fuente de Cádiar era una joya de Baco. Esta fuente, como muchos saben, en sus fiestas, no daba agua, daba un vino maravilloso.
El pueblo quería sus pasodobles y todavía no estaba preparado para escuchar, los sonidos afro-americanos, aun así, los compañeros de “la dipu” y me viene a la cabeza nuestro estimado Benlloc, nos seguían animando a ir a esas zonas hasta que se propuso trabajar en la costa granadina, y era lo lógico. Ya teníamos guiris y estos venían sobraos de cultura jazzística.
Nos encontrábamos con la autoestima recuperada y por supuesto bendecidos por ese regalo que todo músico aprecia al hacer bien su trabajo: los aplausos.
Y así empezó el Festival de Jazz en la Costa, en la discoteca Bugabu de Torrenueva, y de allí pasó a Motril donde estuvo un par de años hasta que Almuñécar se hizo cargo de este festival.
Recuerdo que “los circuitos” funcionaban bien por la provincia y se tocaba bastante, pero tuvimos un encontronazo en el año 1985, a la hora de cobrar. El motivo no lo recuerdo, el caso es que llevábamos seis meses o más sin cobrar actuaciones realizadas y se suspendían contratos verbales sin dar motivos con la perdida de trabajo, todo esto nos hizo que nos juntáramos la primera vez en Granada (que yo sepa) para presentar a la ciudadanía y a los burócratas nuestras reivindicaciones.
Fue emotivo juntar a nuestro colectivo musical, hacer pancarta y tirar de cable para enchufarnos a una vivienda, gracias a la cometida eléctrica que nos dejó un generoso vecino.
Era el 24 de septiembre de 1985 y Granada estaba en la calle con su virgen, escogimos las escaleras donde antiguamente estaba el Aljibe, al lado de Plaza Nueva y un periodista que pasó por allí tomó nota del evento, con foto incluida y todo gracias al hecho de posicionarnos como libres trabajadores por nuestro pan.
Al poco tiempo, me tiraron de las orejas.
El presidente de “la dipu”, me llamó al orden y me pidió que fuera a visitarlo.
Lo primero que me viene a la mente es subiendo por la escaleras del Palacio de Bitaubatin (sede anteriormente de la Diputación granadina), era la primera vez en mi vida que las pisaba, para entrar a continuación en una enorme sala y ver al fondo y con las persianas medio echadas, al gerifalte bien entronado del presidente. Me recibió con un saludo frio para acto seguido lanzarme un feroz sermón ante nuestra actitud reivindicativa.
No sé, si han llegado a ver una película de Sideny Lumet con Faye Dunaway, Peter Finch ,Willian Holden ,titulada “Network, un mundo implacable”, se la recomiendo. El personaje que realiza Finch es demoledor y hay una escena donde él, tiene que ir a visitar al “boss” de una cadena de televisión, y sentado en un salón con lamparas y luz tenue recibe una buena monserga que "pá qué."
Al salir de allí, me plantee, coño!! hemos hecho lo correcto!! Hay que ver cómo les duele a los políticos cuando las noticias salen a la luz.
En fin, estamos hablando de hace casi cuarenta años.
Los jóvenes músicos, a pesar de contar con un nivel de formación musical asombroso gracias a las ventajas actuales, se encuentran enfrentando dificultades significativas para obtener una remuneración justa que esté acorde con el actual costo de vida. Esta situación, que ha evolucionado rápidamente, parece escaparse de nuestras manos. Factores como la digitalización, los cambios en los modelos de negocio y la creciente competencia contribuyen a este desafío, haciendo imperativo que los músicos se adapten creativamente y aboguen colectivamente por mejores condiciones económicas en la industria.
Animo a defender siempre los valores culturales remunerados, ya que el arte no solo alimenta el alma, sino que también debería alimentar a aquellos que lo crean, a no ser que tengas, a tus padres detrás. Es curioso saber que en EEUU y en las mejores escuelas de música, solamente hay un 3% de afroamericanos, todo lo demás son blancos y algún asiático.
¿Quién puede pagar una carrera en Berkeley, en Juliard, etc?, tiene un costo al año de 60000 dólares y la formación es de unos cuatro años. Imagínate, cuando sales de allí y te dan el título ,también te dan la dolorosa, un cuarto de millón de dólares, es decir ahorcado el resto de tu vida y si sales un crack, a lo mejor, la deuda te la quitas antes.
Así está el patio. Increíble pero cierto.
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