Tiempo de reflexión. O, de re-flexion

Fernando Alés.

Julio/23

 

 

Debemos elegir entre la opción de un progreso lento y posiblemente imperfecto, y la posibilidad de volver a tiempos pasado de la mano de una derecha cada vez más radicalizada y reaccionaria.

 

 

Ya que estamos metidos de lleno en época estival, y si ya de antemano leemos poco durante todo el año, ahora con “la caló” me imagino que tendremos menos ganas.

De todas formas, también es un mes con pocas cuestiones relevantes, salvo la más relevante de todas a nivel político y social, al menos durante cuatro años más.

Las Elecciones Generales para el gobierno de España. Esta grandilocuente frase, va a marcar los acontecimientos del final de mes y del futuro próximo.

Aunque es verdad, que particularmente no tengo mucha fe en nuestro electorado. Basta decir para confirmarlo, el hecho de votar un mes de Julio, pone en entredicho, la fiabilidad del elector, cuando antepone sus vacaciones a una decisión que regirá nuestras vidas próximamente. Cuando le importa más tomarse unas cervezas en un chiringuito, que defender un salario, y unos derechos, que cuesta sudor y lágrimas conseguir y en vista de las últimas declaraciones, va a costar hasta mantener.

Entre la opción de un progreso lento y posiblemente imperfecto, y la posibilidad de volver a tiempos pasado de la mano de una derecha cada vez más radicalizada y reaccionaria.

Yo diría que empoderada en la ideología que no han abandonado nunca.

Y aunque parezca que esta vez la izquierda se presenta más unida, no olvidemos que la derecha lo ha estado siempre.

Los que tenemos un mínimo de conciencia social, nos seguimos enfrentando a la bandera verde de unos fascistas que están en auge y a la bandera azul de unos neoliberales sin escrúpulos que pactarían con el mismo diablo para controlar y cercenar los derechos de las clases más humildes.

Seguimos en el concepto de las dos Españas, que ha cambiado en sus componentes.

Está por un lado la izquierda semi-socialista, que al menos va despegando y dejando a un lado a la “vieja guardia” que ahora abraza los postulados neoliberales más rancios, sagazmente seducidos por las puertas giratorias que no paran de girar.

Y por la nueva izquierda nacida de 11M, que se diluye y se reconvierte en una izquierda con más sentido práctico, pero que como es costumbre se sigue tropezando con sus problemas endémicos, y sus discusiones bizantinas que no llevan más que a confundir a un electorado, ya de antemano hastiado y desilusionado. Véase, (aunque a esto ha sabido sacar buen partido la derecha mediática) lo que ha costado aunar a la izquierda en el proyecto de Yolanda Díaz (SUMAR)

Y por el otro, está la derecha de siempre, el Partido Popular, representante de los poderes facticos. (Empresarios, banca, iglesia y corona) y la escisión de este, convertida en un partido fascista en toda regla, que se llama VOX. Dos patas de la misma mesa, que no hacen ascos, ni se avergüenzan de pactar, co-gobernar, o lo que haga falta con tal de controlar instituciones, vidas y derechos de las gentes. Para volvernos a mediados del siglo pasado, o si pudieran a la “edad de oro” de la Edad Media. Tiempo de señores y lacayos, miseria y hambre, autos de fe o hogueras).

Y luego....

Pues luego están los electores, las otras dos patas de la mesa.

Las dos Españas a las que me refería antes, porque somos nosotros los que ponemos o quitamos al que va regirnos durante estos años. Entre estas dos Españas, estamos los que tenemos un algo criterio, de conciencia social, de reivindicación de derechos. Los que aspiramos a una vida mejor para nosotros mismos y para todos. Los de izquierda, los que tenemos un mínimo de conciencia de clase, los rojos, los podemistas…

Los que sentimos, que no podemos avanzar, ni progresar porque nos quieren mansos y sometidos.

Los que estamos cansados y desilusionados, pero aun así vamos a las urnas con la esperanza de que, al menos nada vaya hacia atrás.

Y también están los que se informan de todo a través de los medios de comunicación “oficiales” los que ven la tele, los que leen los periódicos de gran tirada, los que se creen que cuando gobierne la derecha vamos a vivir mejor (de hecho, con la derecha se vive mejor, pero solo si perteneces a esos poderes facticos, si no, te habrás dejado engañar por unas cañas, o porque te crees que, votando a tus verdugos, vas a pertenecer al grupo de los elegidos. Que ingenuo, por no llamarte gilipollas, que es lo que te mereces.

Esos electores, que, sin criterio alguno, ni conciencia social, o por mala fe, son como “el perro del hortelano”, que ni comía ni dejaba comer.  Los educados en tiempos del régimen, y que ahora educan a sus descendientes en las mismas ideas reaccionarias, que les alimentaron a ellos. Unos traidores a sus propios principios, o, mejor dicho, porque carecen de ellos.

Con todo esto quiero decir que nuestro futuro inmediato como una espada de Damocles, está en el aire, y la cuerda la sujeta un sector de los votantes que parece que está deseando dejarla caer.

Y nada de esto cambiará hasta que no estemos en una democracia plena, sin reyes, ni coronas. Y haciendo la limpieza que no se hizo en esta casa durante la transición, ni después.

Necesitamos urgentemente una República que seguramente yo no veré y por la que las generaciones que me sucedan, no lucharán.

Es tiempo de reflexión, de pensar muy bien que queremos, o será tiempo de re-flexión. De volver a agacharnos ante el poder, de los desalmados.

Por lo tanto, no me que más que poner el colofón habitual.

Que es: A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.


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