Somos los malos
Daniel Martín.
Mayo/24.
La OTAN, jamás fue un invento para defender Europa, siempre ha sido un medio de asegurar la influencia de Estados Unidos en el viejo continente, y para mantener ese control europeo no se ha dudado en comprometer la condición de Estado de Ucrania.
En los últimos años Occidente ha mentido y manipulado a una nación arrojada en manos de un iluminado que, incapaz de resolver los problemas de su país y enamorado del poder, aceptó de buen grado participar del engaño occidental y sacrificar a una generación en el altar de la guerra para mayor gloria de un occidente podrido desde hace varias décadas.
Desde la llegada de Merkel a la cancillería teutona, Europa se sumió en el abisal abismo del liberalismo económico que nos recetaba Wall Street como remedio a un ficticio panorama desolador que se cernía sobre el viejo continente, una catastrófica situación creada en los laboratorios de ideas de las grandes marcas de influencia y millonarios contribuyentes de campañas electorales, de las que los europeos no participamos. Un panorama apocalíptico que no existía, pero que las políticas liberales impuestas por el Bundesbank terminaron por hacer realidad.
La “Dama de acero” finalmente comprendió el error y procuró corregir, sin lograrlo, algo del mal causado, olvidándose del “austericidio” que llevó a Europa a la gravísima e insalvable brecha social que hoy padecemos, destruyó la política de solidaridad y malogró la idea de la unión federal, convirtiendo un territorio próspero, culto y libre, en una acomplejada imitación del fracasado modelo social estadounidense.
Aquel “despertar” de la canciller alemana hizo que se atreviera a lanzar ideas, hasta entonces impensables, como la creación de un ejército europeo que sustituyera a las fuerzas armadas de los distintos países miembros, hiciese innecesaria la existencia de la OTAN, y otorgase a Europa independencia industrial, lo que, unido al mercado único y la moneda única, dejaba prácticamente fuera del control del mercado más importante del mundo a los Estados Unidos, algo que encendió todas las alarmas entre los “aliados” del otro lado del Atlántico.
Los doctores económicos norteamericanos se pusieron de inmediato a buscar remedios para la epidemia que se avecinaba, y hallaron una vacuna tan efectiva como barata, Ucrania. Durante meses hemos dejado que este país luche por objetivos inalcanzables, hemos arrojado a la juventud ucraniana al vertedero de la muerte, para que los banqueros y políticos que ven el atlantismo no solo como un culto ideológico, también como una fuente de ingresos, y un más que rentable negocio, puedan seguir acumulando elecciones y millones.
La OTAN, jamás fue un invento para defender Europa, siempre ha sido un medio de asegurar la influencia de Estados Unidos en el viejo continente, y para mantener ese control europeo no se ha dudado en comprometer la condición de Estado de Ucrania que está muy seriamente amenazada actualmente por un iluminado despiadado al que se ha provocado muy por encima de las posibilidades de un tonto iluminado, Zelenski, tonto útil de unos poderes no tan ocultos, pero con bastantes manos escrúpulos que el despiadado ruso.
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