Moscardones
Gragorio Duque.
Noviembre/24
Errejón ha desatado una nueva crisis en la izquierda, a la que hay que añadir una nueva crisis por las evidencias, que no sospechas, de encubrimiento, y por lanzarse tanto barro como el que han lanzado los valencianos a los monarcas y autoridades el domingo 3 de noviembre.
La izquierda (y cuando digo izquierda me refiero al arco fuera del PSOE), ha tenido, tiene, y tendrá inevitablemente un problema: superar el problema de Iñigo, como antes tuvo que superar Vistalegre, Galapagar, purgas, y todo el cúmulo de gilipolleces que la han llevado a la situación actual.
Habrá que recordar que la izquierda, que esa izquierda, desde los militantes del Partido Republicano anterior a la propia República, ha pretendido y presumido de abarcar la totalidad de la cultura, la progresía, el feminismo, lo social, …y de ello desde siempre, cualquier salida de tono de cualquier descerebrado/a/e le ha llevado a una crisis de años.
Mientras los partidos liberales se han limitado a gobernar, la izquierda se comía la cabeza primero intentando de saber por qué unos explotaban a otros, por qué la plusvalía, por qué la situación mundial, y de cualquier cosa que requiriera una explicación más desarrollada de “coño, pues porque el mundo es una mierda y es tremendamente injusto”. Y de ahí, a tiempos recientes, en los que una parte del electorado votante del PSOE se pasa a Podemos por estar hasta los mismísimos cigotos de un partido no socialista ni obrero, para empezar a arrepentirse nada más escuchar a Pablo Iglesias decir aquello de la cal viva. A su lado, un niño cuerdo, mira a Pablo como diciendo “¿Pero qué coño estás diciendo, pedazo de animal?”, y entre declaraciones y Galapagares comienza el sangrado de electores y la división, presumiendo tanto los morados como los escindidos de ser el reducto de irreductibles, como el poblado de Astérix, abonándose los más comedidos al niño cuerdo y a Manuela Carmena, convencidos que la única opción de recuperación pasara necesariamente porque Iñigo saltara a la palestra, y sustituyera a Yolanda Díaz.
Iñigo Errejón y Yoanda Díaz en un momento de sintonía, cuando existía la sintonía.
(Créditos a quien corresponda).
El 24 de octubre de 2024, a un partido de partidos ya tocado por anteriores episodios de pésimos discursos y elaboraciones normativas, Errejón publica una carta en Twitter donde anunciaba su abandono de la política institucional, dejando también su escaño en el Congreso y todas sus responsabilidades políticas. Este anuncio, posterior a una acusación anónima realizada días antes en la cuenta de Instagram de Cristina Fallarás donde se le atribuía haber tenido un comportamiento de violencia machista y acoso sexual con diversas mujeres. En base a esta denuncia anónima la prensa destapó otros relatos también anónimos, llegándose a diez casos, hablándose abiertamente de “depredador sexual ”, “monstruo”, o “psicópata” . Y comienzan a saltar datos: denuncia de la actriz Elisa Mouilaá ante el Cuerpo Nacional de Policía por agresión sexual en 2021. Suceso de acoso contra una famosa televisiva en 2015. Otro relato anónimo en plena campaña electoral de las elecciones generales de 2023 sobre un suceso de acoso en Castellón, que no tuvo trascendencia mediática, aunque Podemos afirmó haberlo «comunicado» a Sumar en ese momento y que “de eso se habló hace un año”.
La diputada regional de Más Madrid Loreto Arenillas, cesada tras conocerse que diversos testimonios la acusan de haber mediado para evitar acusaciones de violencia machista contra Íñigo Errejón.
Foto: EFE
Errejón ha desatado una nueva crisis en la izquierda, a la que hay que añadir una nueva crisis por las evidencias, que no sospechas, de encubrimiento, y por lanzarse tanto barro como el que han lanzado los valencianos a los monarcas y autoridades el domingo 3 de noviembre. Y es que mientras a otros partidos no le supone crisis un tipejo como Bárcenas o Juan Francisco Trujillo, el chófer dee la coca en el caso EREs, a la izquierda no psoeístas sí le supone una cuestión de volver a replantearlo y volver a preguntar por preguntas existenciales por culpa de un cuarentón con cuerpo de niñato que no sabe sujetarse la chorra y porque las mujeres progresistas que le rodeaban, sea como cómplices o como encubridoras, la han cagado de una forma tan descomunal como vergonzosa. El asunto es tan delicado que opto por copiar literalmente personas más que implicadas, para reflejar la situación de esas mujeres que en otros casos o para no Errejones, no tenían problema alguno para señalar “se acabó”, “yo sí te creo” o “si a alguna le pasa, no está loca”. Es el caso de Lorena Ruiz Huerta, abogada y exdiputada de la X legislatura de la Asamblea de Madrid por Podemos, quien conoce y ha trabajado muy de cerca con Errejón: "quienes ya silenciaban, de forma cómplice, en el partido e incluso aupaban más y más" al exportavoz. Y ha querido insistir en que "a nosotras no nos pasa, la presión y la responsabilidad no nos hacen ser malas". O Loreto Arenillas, ex directora de Gabinete de Errejón, la cual ha declarado sentirse «acosada» por quienes eran sus compañeros, que la han empujado fuera del partido por presuntamente encubrir a Íñigo Errejón. Más Madrid la cesó de todos sus cargos orgánicos el viernes, tras estallar el escándalo, y le han reclamado su acta. Ella asegura sentirse como un «chivo expiatorio».
Y, para colmo, unos hechos que tendrían que ser totalmente secretos hasta que saltaran y depender de sentencia firme para acusar al presunto acosador, revive y reabre las heridas de Vistalegre, y Podemos señala que de las cosas de Errejón se hablaba ya hace un año, como si esa cosa fuera la compra de un chalé en zona de dominio marítimo terrestre, otros aprovechan para quitarse de encima a compañeras con las que no se comparten posicionamientos y todos hablando de un Protocolo Antiacoso que se ha de cumplir para la militancia, salvo que seas portavoz, un valor en alza o un profe de uni, o todo ello.
La actriz y presentadora de Televisión, Elisa Mouliaá denuncia a Íñigo Errejón ante la Policía por acoso sexual.
(Créditos a quie¡én corresponda)
Ahora, como un ventilador junto a un contenedor marrón, el pestazo a podrido, en una semana, ya llega a 2016, y podemos leer que uno de los asesores más cercanos de la Vicepresidenta segunda del Gobierno de España, Yolanda Díaz , fue detenido por presunta posesión y distribución de pornografía infantil en abril de 2016 durante su etapa como diputada autonómica de Alternativa Galega de Esquerda (AGE). En 2016, varios agentes del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) ingresaron en las instalaciones del grupo parlamentario de Díaz para detener a su asesor, al que se estaba investigando por la presunta posesión y distribución de pornografía infantil. El hombre, que responde a las iniciales de R.S.M. tenía 47 años en aquel momento y reconoció ante el juez que era consumidor de este tipo de material y que lo distribuía con el ordenador personal del Parlamento. En aquel momento, el partido de Yolanda Díaz optó por despedir a este trabajador, cuyo caso terminó archivado. Imputados de primera, e imputados de segunda, con los que me posiciono con las víctimas y elaboro normas, aunque sean malas, para que se castigue a los segundos
La colaboradora de televisión Aída Nízar ha presentado también denuncia contra Íñigo Errejón, al que acusa de tocarle las nalgas y besarla sin su consentimiento.
Foto: Tele5
Cuando leo y releo la carta de Errejón, lo de la persona y el personaje, he llegado a pensar si la idea de Iñigo es equipararse con todos o algunos de aquellos que detrás de genialidades artísticas, fílmicas, escultóricas, pictóricas, literarias, escondían una parte sombría, muy oscura. Pero no, Errejón. Ni tú eres un genio, ni mucho menos un artista. Ni siquiera un personaje. Eres un agresor, tapado por tus compañeras. Un violador travestido de progre respetuoso con el empoderamiento. Un mierda tú, unas mierdas ellas, y una mierda todo; porque tu mierda se colocará cerca de Galapagar o de las cagadas normativas conocidas, y cada vez que se intente remontar u olvidar en los próximos años o lustros, volarán todos y todas por encima de ellas y seguirán siendo tremendamente molestos y difíciles de ahuyentar, al tiempo que los encargados de limpiarlas se quejen de la vuelta del electorado a posiciones de derechas.
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