La monarquía bananera de María Gestapo
Josemi Montalbán.
Abril/25.
(Un ejercicio distópico)
La impunidad que le asiste, esa sensación de ser intocable, de estar por encima de las leyes, el viejo paradigma de solo rendir cuentas ante Dios, que, como está con ellos, sabrá perdonar a los suyos. La soberbia de los elegidos, el incontenido ademán de; "usted no sabe con quién está hablando". La chulería desafiante, el gesto de desprecio, y el tono amenazador con el que la exvicepresidenta bananera se dirigió a los diputados que le hacían preguntas que no eran de su agrado, se reflejaron en la cara dura de María Gestapo durante su intervención en la comisión de investigación del Congreso que pretende esclarecer episodios muy sucios de la bananera presunta democracia.
En una monarquía bananera, pero, sorprendentemente europea, los problemas de corrupción económica se veían frecuentemente solapados por "contratiempos" democráticos, provocados casi siempre por los mismos, y por similares motivos; su incontenida avaricia, la fea costumbre de utilizar las herramientas del Estado para arreglar las goteras del tejado de su guarida, o procurarse el soporte falaz para atacar a sus enemigos por la vía del imperativo testicular, todo ello desde la certeza de ser completamente impunes porque controlan las últimas instancias judiciales, que terminan, después de años de pleitos y recursos, por desestimar aquellos asuntos que el paso de los años no han borrado y pelillos a la mar, prescribiendo como prescribió hace dos mil años el crimen contra presunto Cristo.
Disponen los bananeros corruptos de toda una industria de la mentira y la manipulación, dedicada 24x7 a la fabricación y distribución de bulos, o la fabricación en serie de cuentos para necios que, aunque al final, queden en nada, al principio siempre matan por la espalda, y después solo queda esperar la reparación de la justicia divina, porque la humana no es justicia para pobres.
No obstante, los bananeros corruptos, no pueden, y eso que lo intentan, controlar las instituciones democráticas que, por un capricho tonto del pueblo, quedan fuera de las garras de su inmenso poder, y es en estos casos, comúnmente forzados por la siempre fangosa política, cuando se les hace comparecer ante una comisión parlamentaria para explicarse y explicar alguno de los desmanes perpetrados, con la garantía, eso sí, de que todo lo más, se veran sometidos a vergüenza y escarnio público, pero a salvo de verse a la sombra y pobres por la acción de la justicia bananera.
De modo que llega el día en el que el pueblo bananero asiste perplejo al bochornoso espectáculo ver como toda una vicepresidenta de un gobierno de la década anterior se ve obligada a asistir a una comisión parlamentaria para explicarse sobre cómo su gobierno utilizó a las fuerzas de orden público y los servicios de inteligencia para, en un ejercicio de traición, ir contra el gobierno de una de las comunidades autónomas que conforman la monarquía bananera, así como para hundir con mentiras y enterrar en infinitos procesos judiciales a una formación política que no es del gusto de régimen bananero pone de los nervios al bananero monarca.
Un pueblo bananero que muda el color del rostro cuando, a pesar de los audios por todos escuchados donde la exvicepresidenta reconoce ante un policía corrupto que se hicieron trampas, niega la vicepresidenta las trampas echas y tilda de ficción lo que todo el mundo ha escuchado, asegurando, a pesar de las pruebas, que ella jamás paseó con esbirro alguno, ni se reunió con ningún fascista para hacer la puñeta a la democracia.

Ilustración Alternativa Mediterráneo. Uso libre.
La impunidad que le asiste, esa sensación de ser intocable, de estar por encima de las leyes, el viejo paradigma de solo rendir cuentas ante Dios, que, como está con ellos, sabrá perdonar a los suyos. La soberbia de los elegidos, el incontenido ademán de; "usted no sabe con quién está hablando". La chulería desafiante, el gesto de desprecio, y el tono amenazador con el que la exvicepresidenta bananera se dirigió a los diputados que le hacían preguntas que no eran de su agrado, se reflejaron en la cara dura de María Gestapo, durante su intervención en la comisión de investigación del Congreso que pretende esclarecer episodios muy sucios de la bananera presunta democracia.
Las monarquías bananeras suelen terminar con sus reyes exiliados en paradisíacos lugares, o magníficas y monumentales ciudades desde las que se dedican a añorar los tronos perdidos, o a conspirar, con María Gestapo, contra la república a la que van a parar todas las monarquías bananeras.
Añadir comentario
Comentarios