Maidán, rusofobia y el negocio de la guerra
Specula.
Marzo/24.
El conflicto de EE.UU. con la Unión Soviética estuvo siempre marcado por un enfrentamiento entre modelos políticos y económicos antagónicos. Sin embargo, aunque actualmente no existe una confrontación de esa naturaleza en la esfera geopolítica, eso no significa que el conflicto ni mucho menos haya desaparecido.
De sobra sabemos que la llamada opinión pública puede ser conducida, hay múltiples ejemplos. Uno de ellos lo encontramos en la evolución de una encuesta realizada en Francia en relación con las percepciones de la ciudadanía acerca de la participación de las distintas potencias en la Segunda Guerra Mundial en tres fechas: 1945, 1994 y 2004. Según esta Comparando la misma encuesta a lo largo de los años, la Segunda Guerra Mundial la ganó Hollywood. Si en 1945 el 57 % de los franceses consideraba que la URSS fue el país que más contribuyó en la derrota del nazismo, y EE.UU. solo recibía un 20 % de apoyos; se observa una progresión perversa hasta 2004, donde estos valores directamente se intercambiaban.
Resulta “curioso” que en el actual escenario europeo nos "protejan" de influencias externas censurando los canales de comunicación rusos, e incluso llegando al ridículo de tratar de vetar el estudio de escritores rusos en universidades europeas o eliminar películas de Tarkovski en festivales de cine; mientras que nadie parece ver cuál es y a qué intereses atiende nuestra principal influencia mediática y cultural extranjera.
El conflicto de EE.UU. con la Unión Soviética estuvo siempre marcado por un enfrentamiento entre modelos políticos y económicos antagónicos. Sin embargo, aunque actualmente no existe una confrontación de esa naturaleza en la esfera geopolítica, eso no significa que el conflicto ni mucho menos haya desaparecido. La pérdida de hegemonía estadounidense y el surgimiento de un mundo con múltiples polos de desarrollo lo están pagando pueblos enteros en distintas latitudes. Si Ucrania en este tablero de ajedrez geopolítico es un triste peón, Rusia sería la flamante reina, y el paso final, algo que podemos advertir sin mucha dificultad, será tratar de dar jaque mate al rey chino para ganar la partida. Una serie de guerras por delegación, de fomento de enfrentamientos regionales, que solo son comprensibles si miramos el tablero completo. Esa jugada maestra pone entre otros, las materias primas ingentes de Rusia ad libitum del capitalismo.
Cumplidos ya diez años del triunfo del Golpe de Estado del Maidán, vemos cómo los elementos que han caracterizado este conflicto desde una perspectiva interna, se internacionalizan, afectando de una forma directa a las potencias occidentales, sobre todo a las europeas. Acompaña luego la tergiversación informativa, y el control mediático y cultural han servido durante estos diez años para la construcción de un relato que ocultase el trasfondo geopolítico del conflicto en Ucrania, algo que obligaba a su vez a tapar ciertos elementos internos.
Es entonces cuando la necesidad de crear un "malvado" llamado Putin, como en una narración de ficción, sirve, a su vez, para la justificación de un aumento descomunal del gasto militar europeo. Sin embargo, este gasto ya venía aumentando desde antes de manera silente y eficaz.
Todo este escenario tiene consecuencias superado lo simbólico, como ya denunciamos con independencia en muchos medios. En ese sentido, vemos cómo esta banalización llega al extremo de estar facilitando el envío de neonazis europeos como mercenarios para recibir formación militar en Ucrania. Un fenómeno que tampoco se limita a los últimos dos años y cuyas consecuencias ya se están evidenciando en un auge de las agresiones racistas en una Europa que, por otra parte, maneja profundas contradicciones de carácter social y económico.
Esa "rusofobia" instalada desde hace más de cien años y reforzada en los últimos tiempos, facilita una caza de brujas donde cualquier cuestionamiento o análisis que se salga del relato atlantista sirve para que te señalen como "pro-ruso" y, aunque esto no esté recogido en ninguna ley, tus derechos para escribir de manera honesta y libre parezcan no existir. Esta es y ha sido la realidad de Ucrania esto diez años. Esta también es hoy la realidad de Europa y la que nos envuelve en un manto de irrealidad que intentan con acierto hacer que parezca cierta.
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