Adalid empresarial
José Miguel Montalbán.
Marzo/23
El empresario está de moda, es la última consigna en nuestro país, ensalzar a nuestros “empresarios”, un mantra económico que su majestad, como chico bien aplicado que es, ha entonado el primero.
Antonio Garamendi Lecanda. Presidente de la patronal, que recientemente ha regularizado su situación laboral y percibe un salario de casi 400.000€ anuales.
Su majestad el rey Felipe, Jefe del Estado por la gracia de Dios, generalísimo de nuestros ejércitos todos, soberano que tiene las llaves de nuestra casa y la puede cerrar cuando le venga en gana, mandando a nuestros ilustres, todos ellos, representantes al paro sin encomendarse ni a Dios ni a su corte, el garante de nuestra muy consolidada y plena democracia, ya ve usted; rompió el pasado mes una lanza, se ve que no quedaban picas porque todas se gastaron en Flandes y por ahí, en favor de nuestros muy ejemplares empresarios, esos patriotas responsables de la innumerable, potentísima y moderna industria hispana que tanta riqueza genera a nuestro singular país.
Un monarca que halaga y aplaude la magnífica gestión de esos grandes hombres de negocios de la construcción que se forran con la obra pública, pagando salarios míseros, dueños y señores de marcas que aparecen en los listados de “donantes” de viruta a mansalva de los partidos políticos, todos ellos y que, si no están implicados, todos ellos, en los escándalos de corrupción, todos ellos, de los últimos cuarenta años es porque los jueces, todos ellos, aún no han tenido tiempo de implicarlos.
Un monarca que saluda y permite mantenerse cubierto en su presencia a grandes hombres de empresa que manufacturan sus productos fuera de nuestras fronteras, generando empleo precario en lejanos países, laxos en cuestión de leyes laborales y de moral bastante distraída en lo concerniente a eso del trabajo infantil.
Un monarca que premia con su sonrisa a empresarios de la industria alimentaria, que media hora antes de que el gobierno anuncie que baja el impuesto del chorizo de Cantimpalo al 10% ellos suben el Cantimpalo chorizo un 300%, para después aplicar la reducción del 10% en cómodos plazos de 30, 60 y 90, con la excusa de que en Ucrania ha nevado, hecho inusual donde los haya, y además los rusos andan practicando el tiro con los muchachos del Batallón Azov, lo que hace que al sexagenario señor Wolfgang von Goethe, ferrallista a punto de la jubilación y residente en Düsseldorf le suban el gas una cosa mala y por eso usted, Pérez, paga el Cantimpalo a millón el lingote.
Su Majestad, Felipe VI, en un acto empresarial.
Un monarca que presta carroza y blasón a los ejemplares empresarios de las compañías eléctricas españolas que, a pesar de registrar, con la que está cayendo, beneficios históricos, tienen los reales parabienes de llegarse a Bruselas para llorar porque el legítimo Gobierno de España les ha aplicado un impuesto sobre ese astronómico beneficio, una viruta que contribuirá a sostener el Estado ese en el que ellos, según su majestad, generan la riqueza.
Un monarca que haría muy bien en romper, aunque solo sea por romper la costumbre, una lanza, una pica…un florero o lo que le salga de sus soberanos cojones en favor del abnegado, sufrido, explotado y apollardado pueblo español que lo mantiene a él y su numerosa familia en palacios hispanos y a un par de golfos en el Golfo.
¿Sabe usted, Pérez, lo que estaría muy bien? Que su majestad nos regalara a todos los españoles una estancia en Abu Dabi con su papuchí y el de las discotecas, o en Londres con su mamuchi, o en Suiza con su hermanita, o en Gales con sus hijas, o… de un par de meses solo, y en España se quedasen él y sus empresarios modélicos, manteniendo ellos solitos la patria, para comprobar la riqueza que se genera en el país sin la participación del común de los mortales madrugando cada día para aguantar ocho horas al cabrón de su jefe.
A ver, Pérez, jalee conmigo… ¡VIVANLASCAENAS!
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