Aún quedan Bastillas por demoler
José Miguel Montalbán.
Abril/23
En la vecina Galia, en estos momentos hay más de dos millones de personas que están saliendo cada día a las calles para afearle a Macron la tonta idea que ha tenido de imponer, dado que la medida fue rechazada en la Asamblea, por decreto el recorte de las pensiones y elevar la edad para acceder a la jubilación de los 62 a los 64 años.
En Francia la juventud corre a los esbirros del Estado, que los andan aporreando, junto a sus abuelos, recordándoles a los dignísimos señores del legítimo gobierno galo los beneficios que para el país sembró, no hace tanto, el jarabe de guillotina, y le echan un pulso a un ejecutivo liberal que les tomó el pelo en campaña electoral, en el empeño de derribar (y lo lograran) la imposición macroniana.
En España en cambio millones de personas critican a diario a un gobierno legítimo y progresista que ha aumentado las pensiones como nunca antes en toda la historia (un 8.5%) y las ha garantizado frente a los liberales.
Los duros enfrentamientos en las calles de París
¿Somos los españoles más estúpidos que los vecinos galos? Se estará usted preguntando, si es de los pocos españoles que de vez en cuando se despistan de Fernando Alonso, Nadal o el Barça, y se para un segundo a mover los engranajes de su materia gris.
Los franceses llevan en su ADN la lucha por sus derechos, el hacer frente a al poder y poner siempre difíciles las cosas a quienes pretenden someterlos o limitar sus derechos.
Ya saben aquello de los irreductibles galos...
Pues mire usted, francamente, más de uno sí que hay, pero la verdadera diferencia es que el ciudadano de la Galia tiene a Patrick Poivre y a Lauren Bastide, mientras que nosotros en esta tierra de Pelayos y Mendozas, padecemos a Herrera Carlos y Anda Rosa Quintana; en que mientras los franceses se desayunan con Le Monde, Libération e incluso Le Figaro, en España nos tomamos los churros con ABC, EL Mundo o La Razón. Mención aparte es que los gabachos nunca darían un “me gusta” a las publicaciones de las ratas de las redes sociales, entre otras cosas porque allí no existen los Alvise, Negre o Segui cobrando de los presupuestos públicos para engañar al personal, porque Francia es un lugar decente y una verdadera democracia, donde los golfos están en las nuevas Bastillas y no en las instituciones públicas firmando contratos sin ningún control.
Y es por todo esto que en Francia arden las calles y aquí andamos discutiendo en los bares cómo es posible que no descienda el Barcelona a segunda, con todo lo que se sabe del lio con Negreira.
Créame, españolito que vino al mundo, que me duele ser yo quien le diga que estamos usted cada día más lerdos, pero es que, de verdad, que tenemos unas cosas…
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