Remembranza de una banda de pop: La Guardia
Luís Poyatos.
Abril/24
Realizar más de cien conciertos en cinco meses pasaba factura: menos horas de sueño, comidas irregulares, el estrés de coger vuelos, etc. pero como se suele decir que nos quiten, "lo bailao".
En una tarde gris, fría, desapacible, pero hermosa, suena "Lobo Solitario", una canción que me transporta a una época de mi vida.
El cerebro, ese órgano que no pesa nada, pero, que posee una fuerza brutal para recordar, pensar, razonar, sentir, memorizar... Y también para llevar a cabo acciones tan diversas como procesar la información de los sentidos, no me deja en paz y comienza a plasmar palabras en este folio en blanco frente a esta máquina llamada ordenador.
La canción "Lobo Solitario" es de un grupo musical granadino con el cual tuve la suerte de compartir cinco años de mi vida y desde aquí, les agradezco ya, esa oportunidad que me brindaron, sin tener prejuicios, sin poner etiquetas maliciosas, simplemente hacer música y punto.
Intento escarbar en mi memoria para recordar cómo fue nuestro primer encuentro, y creo que ocurrió cuando ellos me pidieron grabar unos pianos para unas canciones que iban a presentar en un concurso en Fuengirola. Ya conocía a Emilio, un experimentado baterista, quien me presentó al resto de la banda. Estos eran unos chavales humildes más jóvenes que yo, y aunque las diferencias de edad se notaban, entablé una buena amistad rápidamente con Manolo, Kini y ese ser cariñoso e inolvidable al que llamaban Conejo (era su apellido), y a quien le dedico esta remembranza.
Estamos hablando de 1984-85. En aquel entonces, no tenían dinero para pagar mis honorarios, los cuales ni siquiera les había presentado, pero recuerdo claramente el comentario que les hice: "¡Cuando ustedes sean famosos, acuérdense de mí!"
Nunca imaginé que esos jóvenes, años después, tras haberse consolidado en la escena del pop-rock nacional con sus “Mil calles” se acordarían de uno para acompañarlos durante cinco años, grabando los pianos en sus discos y dándome libertad para hacerle arreglos de metales en sus canciones.
Esos cinco años pasaron volando. Recuerdo que me decían: "Luis, trae ropa para una semana", pero luego, como por arte de birlibirloque, esa semana se convertía en un mes. Las actuaciones se mezclaban con apariciones en televisión y ellos tuvieron el detalle de querer llevarme con ellos cuando estas se realizaban en playback y obviamente remuneradas. Siempre lo dicho, chapeau por estos chavales. Todo a una velocidad vertiginosa.
Recuerdo que comencé la gira cobrando 40.000 pesetas equivalentes a 250 euros y acabarla cobrando 65.000 pesetas, equivalente a casi 400 euros. Hoy en día no llegan a pagar ni los 200 euros y han pasado más de treinta años.
Realizar más de cien conciertos en cinco meses pasaba factura: menos horas de sueño, comidas irregulares, el estrés de coger vuelos, etc. pero como se suele decir que nos quiten, "lo bailao". Todo artista sueña con la fama y, obviamente, con el dinero. Imagino que los integrantes de este exitoso grupo, llamado La Guardia, también tenían esos sueños en mente, y puedo dar fe de que los hicieron realidad de una manera espectacular. Los cachés del grupo subían y el Number one del manager, un lince para esto, buscaba bolos como nadie, otro tema es lo que se metiera en su bolsillo.
Recuerdo un día en A Coruña, cuando estábamos en una firma de discos en El Corte Inglés y tuve que hacer de guardaespaldas de Manolo. Ni el manager Tibu ni los guardias de seguridad del lugar pudieron contener la avalancha de chicas y madres que enloquecían por conseguir que Manolo les firmara su disco "Cuando brille el sol", incluso en lugares poco comunes. No podía imaginar hasta dónde llegaría esa locura conocida como el fenómeno de las "fans", que ha marcado la historia e incluso ha provocado muertes.
Otro recuerdo que viene a mi mente es la imagen de un pabellón deportivo en Bilbao, donde más de cinco mil personas cantaban las canciones sin dejar que Manolo abriera la boca. Era increíble, ponía los pelos de punta. Tanto en Galicia como en el País Vasco, pero sobre todo en Cataluña, La Guardia era aclamada, especialmente en Barcelona, la Ciudad Condal, apodo que recibe desde el siglo IX, cuando se estableció el condado de Barcelona dentro de lo que hoy conocemos como Cataluña, gracias al conde Ramón Berenguer.
Aquí es donde La Guardia se sentía como en casa. En cada pueblo del cinturón, La Guardia dejaba huella y era recibida con entusiasmo por la población, compuesta tanto por migrantes andaluces, extremeños, murcianos como catalanes. Sus canciones resonaban en prácticamente todas las localidades situadas a lo largo del río Llobregat: Hospitalet, Cornella, Esplugas, El Prat, Sant Feliu de Llobregat, Badalona, Santa Coloma de Gramenet, Granollers, Igualada, entre otras.
Doy fe de la cantidad de prendas íntimas que les tiraban al escenario, un día le dije a Manolo que cuando dejara la música montara una lencería. Bromas aparte y seguir con esta remembranza, tuvimos la oportunidad de visitar varias veces la Isla Fantasía, el mayor parque acuático de Barcelona, ubicado a 20 km de la capital. Con más de 20 atracciones acuáticas repartidas en más de 80.000 m2, este complejo podía albergar a más de 5.000 personas en las noches de verano, quienes disfrutaban de las piscinas gigantes y de los conciertos que se celebraban allí.
Recordemos también el enorme éxito que alcanzó La Guardia a finales de los ochenta y principios de los noventa con sus álbumes "Vámonos" y "Cuando brille el sol", ambos vendiendo más de medio millón de copias cada uno y obteniendo así el reconocimiento de doble platino. En España, este galardón se otorga cuando se venden más de 80.000 copias de un álbum.
Durante la gira de "Cuando brille el sol", una conocida marca de vaqueros y cazadoras financió varios conciertos. En Granada, actuamos en la Plaza de Toros, donde mis admirados hermanos Gilabert participaron como teloneros con su banda de blues, Los Lagartos, llevando vientos en su repertorio ese año. Es posible que esto haya influido en la inclusión de algunos temas con vientos en el disco "Al otro lado", del cual tuve el honor de encargarme de los arreglos de metales. Además, tuvimos la ilusión de incorporar vientos en la gira del 92, lo cual se hizo realidad y contribuyó a crear un sonido más potente contando para ello con Tom Hornsby y Arturo Cid, grandes saxofonistas del panorama español.
Les recomiendo que busquen en YouTube los videos del directo que se realizó en la Plaza Sonny de la Expo 92 en Sevilla por los 40 Music y Canal Plus. Estos videos están remasterizados con una imagen y sonido de calidad muy buena.
Al otro lado consiguió ser disco platino, lo malo de la gira del 92 es que estuve a punto de perderla por culpa de una hepatitis, la A. Para recuperarme, recurrí a la medicina natural, utilizando infusiones de caléndula, parietaria y diente de león, además de aplicar una cataplasma de arcilla en la zona del hígado. Afortunadamente, logré reducir los niveles de triglicéridos a tiempo para unirme a la gira, dejando perpleja a mi médica con la rápida mejoría.
En 1993, se llevó a cabo la grabación del disco "Contra Reloj", donde también se incluyeron arreglos de metales en varios temas. Una de las canciones que grabamos, "El túnel del adiós", tiene un significado muy especial para mí, la recuerdo con cariño cómo Conejo, un músico autodidacta, como los demás, venía a mi casa a practicar las líneas de bajo de esa canción con una dedicación admirable
De verdad que el grupo sonaba muy compacto y seguro, la sección rítmica tenía peso junto a las guitarras de Kini que eran demoledoras y la voz tan personal de Manolo. Introducir los teclados en su formato, no era tan fácil.
Luego vendría “Acento del sur” grabado con un afamado productor para paralizar unos años maravillosos y el que sería el palo más grande que se puede llevar uno, ante el fallecimiento de un compañero con el que estas conviviendo muchos, días, meses, años y me refiero a la partida de Enrique Moreno Conejo.
La parca golpea cuando uno no se lo espera. Conejo tenía problemas de circulación en las piernas y de hecho se operó unos años antes quedando bien, pero fue un trombo cabrón el que se lo llevó. Nada de drogas ni de alcohol, ni de mierdas que estamos acostumbrados a escuchar cuando se desconocen los motivos y empezamos a especular.
Todavía tengo en mente la llamada de Pilar para decirme que Conejo se había ido. Muy duro llegar a su casa en Puente Verde y tener que ayudar a los servicios funerarios para introducirlo en esa maldita bolsa donde vamos a parar cuando la parca nos reclama.
He querido quitarme ese momento de la mente, recordándolo como él era realmente, al cambiar su estado anímico. Siempre lo vi, no sé si la palabra es con una humildad o introversión, lo que quiero decir, que el tocaba más de lo que exponía y eso se dan cuenta los compañeros al llevar ya unos años juntos. Se puso las pilas como ninguno, estudiando, y así es como lo he recordado desde su partida y divirtiéndonos cuando estábamos de gira, en los hoteles. Prefiero recordar a Conejo por su dedicación y alegría durante las giras, así como por su compromiso con la música.
Descansa en paz, querido compañero.
Quiero enviar todo mi cariño a quienes compartieron esos momentos con los miembros de La Guardia, así como a todos los técnicos, incluidos los compañeros fallecidos que pasaron por esta agrupación, Carlos Gilabert y Carlos García, y al técnico de la empresa Dabán que nos dejó durante una de las giras cuyo nombre también era Carlos.
No quisiera acabar con tristeza esta remembranza, pero si decir que la Guardia ha dejado un sello en el panorama musical del Pop-Rock nacional y no lo digo yo, ahí están las hemerotecas.
Nunca entendí ni entenderé la tontería granaína de los celos profesionales, si eres jazzista, si tú eres salsero, si tú eres rockero…señores y señoras hacemos música y lo único importante es que lo hagamos de la mejor manera posible. Siempre he tenido en mente dos palabras al enfrentarme a cualquier género musical: concepto y ubicación.
Gracias a todos y hasta la próxima remembranza.
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Comentarios
Perfectamente explicado,me ha encantado