Palestina, el pueblo sacrificado
Inmaculada de Mácula.
Diciembre/23.
Cuando el nacionalismo entra en juego, los conflictos se agudizan, y se incrementan exponencialmente si, además, se los alimenta con el fanatismo de los credos religiosos.
Mientras la suma de nacionalismo y religión nos siga dando como resultado odio, la solución del genocidio palestino se presenta imposible.
El cobarde ataque terrorista perpetrado por Hamás el pasado siete de octubre conta la población civil (en su mayoría) israelí ha provocado la reacción, sin duda justificada, del gobierno de Benjamín Netanyahu, que ha perdido cualquier razón, además de las simpatías de cualquiera con un poquito de alma y algo de sentido común, con la difusión de las primeras imágenes de niños muertos por los indiscriminados, y criminales ataques sionistas contra la indefensa población palestina de Gaza, en una acción de represalia completamente desproporcionada e injusta, con la que el gobierno judío oculta su intención de anexionarse más territorio palestino, al tiempo que reduce palestinos, justificando sus crímenes en "textos sagrados" escritos por humanos que nada tenían de divinos. textos en cualquier caso que son rémoras del pasado que se resisten a desaparecer en un mundo moderno, donde la extensión de la cultura y el razonamiento hasta rincones donde, en la antigüedad no llegaban, los convierte en anécdotas de un pasado bárbaro y ejemplo de absurdo entendimiento del mundo que rodeaba a aquellas gentes temerosas de rayos o a las que aterraba un simple eclipse. La perpetuación de conceptos arcaicos y absurdas creencias están resultando ser un medio para que los bárbaros del siglo XXI puedan justificar sus barbaridades y crímenes está ocurriendo con la tragedia que se está viviendo desde el siete de octubre, por parte de ambos bandos.
El conflicto entre Palestina e Israel se sustenta en un nacionalismo propio del siglo XIX, donde cada individuo tiene un valor diferente en función de si es de los suyos o de los nuestros. Algo absolutamente incomprensible para una sociedad avanzada, lo del cuento de la democracia lo dejo a su capacidad para la risa, estimado lector.



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