El final de ETA
Jaime Tenorio.
Octubre/23
En 2011, los asesinos de ETA pusieron fin a 60 años de terror, durante los cuales segaron las vidas de más de 800 personas.
Hoy, por fin, después de más de una década de la derrota etarra, y más de un siglo de violencia continuada, podemos afirmar que España está en paz.
Es el mes de octubre pródigo en acontecimientos históricos, desde la llegada de los españoles a tierras americanas por primera vez, en eso que se conoce como el descubrimiento, que no otra cosa fue que poner sobre los mapas, porque descubierta aquella tierra hacía mucho que estaba descubierta, el anuncio por parte del científico galo Luis Pasteur, de su vacuna contra la rabia; el fin de la rebelión comunera contra Carlos I, o la invasión francesa de España en 1807, entre otros muchos episodios destacables de nuestro pasado.
Pero de entre todos, hay uno que debería marcar el calendario histórico en este mes en los libros de texto del futuro y sin embargo un hecho que siendo crucial en el devenir futuro de nuestro país ha quedado relegado a la simple mención en la bronca política: el fin de la banda terrorista ETA.
Seguramente esa presencia efectiva y tan necesaria en los libros de texto se hubiera hecho realidad si los etarras se hubiesen rendido durante la legislatura de un gobierno de derecha, pero lo hicieron en octubre de 2011, bajo el gobierno del Partido Socialista Obrero Español presidido por Jose Luis Rodríguez Zapatero, y eso es algo que la derecha jamás perdonará, ni olvidará.
ETA (Euskadi ta Askatasuna / Euskadi y libertad)), se fundó en el País Vasco a finales de la década de los años cincuenta como un intento de la izquierda abertzale de combatir al régimen genocida del traidor general Francisco Franco, por la fuerza de las armas, declarando una “guerra” en todo el país, pero especialmente en Euskal Herria, contra las fuerzas armadas franquistas, aunque casi de inmediato la misma se extendió a objetivos políticos y también civiles, lo que propició que la inicial aceptación ciudadana del grupo armado comenzase a derivar en un rechazo generalizado de la sociedad vasca, no obstante consentido por efecto del terror.
A principios de la década de los setenta ya no quedaba nada del espíritu político que impulsó su creación y el grupo armado se había convertido en una banda terrorista y extorsionadora, sin ningún abrigo democrático o de libertad, solo eran un puñado de asesinos, que finalmente fueron derrotados por la democracia.
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