Gracias,Charlie


Luis Poyatos

Marzo/25.

 

Hace dos años escribí este artículo para esta misma publicación digital, Alternativa Mediterráneo, que sigue capitaneando con maestría mi estimado amigo Josemi Montalbán. Por entonces, no puse audios acompañando esta remembranza, así que me ha parecido oportuno publicarla de nuevo pero  esta vez con algunas  canciones de nuestro querido Carlos.

 

En 1983 salió al mercado el disco Si estuvieran todas las puertas abiertas, compuesto por Carlos Cano y, en mi humilde opinión, el más alejado de cualquier influencia andaluza en su discografía. Han pasado ya cuarenta y dos años, ¡casi nada!, un número que pesa y mucho.

Este disco fue para mí un verdadero regalo, un golpe de suerte. Tuve el honor de participar en él, y significó la primera puerta que se me abrió a nivel profesional en este maravilloso mundo de la música.

Esta remembranza comienza de una manera curiosa. La grabación se iba a realizar en Madrid, con mis compañeros Nicolás Medina como arreglista y Kiko Aguado como guitarrista. Yo, en principio, no iba a participar. Sin embargo, convencí a Carlos para que me permitiera viajar con ellos a los Estudios Sonoland, pagándome los gastos de mi propio bolsillo, simplemente para conocer un estudio de grabación.

Algo sucedió con el pianista de la sesión: no llegaba, y el tiempo en los estudios de grabación, son caros. En ese momento, el productor Julio Palacios me señaló y me dijo: "¿Puedes hacerlo tú?". Y… ¡bingo! Un sueño hecho realidad para un joven de 23 años, autodidacta, que hasta entonces solo tocaba por hobby. Fue mi gran oportunidad. Y no solo eso, al final me pagaron por la grabación y cubrieron todos mis gastos. ¡Gracias, Julio!Tengo que decir que Carlos y La naranja mecánica de Kubrick fueron los responsables de que abandonara mi carrera de Psicología. Y creo, sin duda, que fue la mejor decisión que tomé. Así de claro.

Después de cuatro años en la facultad, recibiendo “conductismo” por todos lados de nuestro amigo Watson, se desató en mí una lucha contra todo lo manipulable y un sentido crítico que no dejaba de aflorar. No existían bulos, existían mentiras como catedrales, fruto de una ideología dañina con la que tuvimos que convivir, aunque al menos éramos conscientes de dónde estaba cada uno.Eran tiempos muy difíciles en este país.

Este disco, compuesto por doce canciones, pasó desapercibido en su momento, salvo por el “Tango de las madres locas”.                                                                                      (Dale al "play")

Pero hoy, en 2025, les digo: ¡oigan esto!, escúchenlo de nuevo. Les aseguro que hay arreglos exquisitos  que sacan a Carlos Cano de su estilo tradicional, llevándolo fuera de su zona de confort. Es otro Carlos, pero con la misma sensibilidad única.Los ensayos los realizábamos en el Manuel de Falla y fueron inolvidables, no solo por el lugar, sino también por la creatividad que los caracterizaba. Una anécdota especial de aquella experiencia fue el esfuerzo por lograr que Carlos se levantara de su silla y soltara la guitarra a la que estaba tan acostumbrado. No fue fácil, pero finalmente conseguimos que se moviera por el escenario, o mejor dicho, por la habitación de ensayo. Si no me equivoco, fuimos de los primeros en ensayar allí, gracias a la buena disposición y amistad que nos unía a la concejala de Cultura, Mariló García Cotarelo (DEP).

Por otro lado, las letras de Charlie Kane (como cariñosamente lo llamábamos los músicos) son directas y proféticas. Se adelantaron a situaciones, emociones, esperanzas y utopías. Hay canciones de amor como Elisa, dedicada a Elisa Serna, o No son palabras de amor, donde nuestro querido Pedro Iturralde dejó un solo exquisito a la primera toma. Su interpretación hace justicia tanto a la poesía de Carlos como a los arreglos de Nicolás.

Hoy en día, este disco resuena con los tiempos que vivimos: soledad, marginación, inmigración, cambios… Como bien dejó escrito Fernando González Lucini:

“¡Ay!, ¡si estuvieran todas las puertas abiertas!… ¿Qué pasaría? El sueño, la fe y la esperanza continuarían… (¡Necesito creer en la utopía!…) Pasarían la libertad, el cariño y la ternura, la ilusión vestida de sonrisa, el beso y la caricia sencilla y transparente, el refugio de unos ojos, la armonía, el amor: aliento de la vida.

(Dale al "Play")

Pero el tiempo y el espacio con frecuencia me encadenan, y surge de nuevo ante mí lo inevitable: la insensibilidad y el miedo, la desconfianza y el agobio.
(¿Por qué hemos amordazado la utopía?).

Y las puertas se cierran en mi cara, se alquilan porteros y guardias que vigilan, se sofistican los sistemas de blindaje, surge la mirilladescarada y espiante, surge la soledad y el abandono, la mediocridad, y el ha salido, no está en casa, lo mío y lo tuyo, lo de dentro y lo de fuera, el de arriba y el de abajo… mientras tanto, la historia, nuestra corta historia, continúa.”

Las palabras de Lucini son verdades como puños. Hablan de una esperanza que no debemos perder y a mí, personalmente, me emocionan.

Carlos nos dice en Hijo de la calle:

 

"Si estuvieran todas las puertas abiertas,
nadie tendría que abrirlas con violencia.
Todo sería de todos y habría amor,
habría amor y el mundo andaría mejor."

 

Tocar en la isla más hermosa del Caribe fue una experiencia única. La música cubana te impregna desde el momento en que llegas. Debo decir que en 1983, la dignidad del pueblo cubano era admirable. No olvidemos que la teta rusa” se acabó en 1989 con la caída del Muro de Berlín y, desde entonces, Cuba quedó en una soledad económica que hemos visto evolucionar en años posteriores. Hoy en día, el turismo como fuente de riqueza está muy cuestionado, y tristemente la isla ha vuelto a convertirse en un prostíbulo, donde el gallego o el extranjero se aprovecha de la necesidad económica de la gente, y éstos son percibidos por los cubanos como meros "dólares con patas”. Nuestra primera parada fue en Varadero, para participar en el I Festival Internacional de Música Latina, celebrado entre el 23 y el 28 de noviembre en este balneario de la costa norte de Matanzas, a 120 km de La Habana. (Por cierto, la playa de Varadero está considerada el paraíso marino cubano).

(Dale al Play)

En el festival participaron estrellas internacionales como Gilberto Gil (Brasil), Oscar D'León (Venezuela) y Víctor y Diego (España), entre otros. ¿Anécdotas? ¡Todas las del mundo y más!

Cada mañana nos despertábamos con un espíritu muy bailongo. Sin exagerar, en la piscina sonaba más de veinte veces al día Sandunguera, el éxito del momento de Los Van Van. En las habitaciones del hotel, el hilo musical transmitía clases de guaguancó y son cubano. Algo impensable en nuestras radios con clases de flamenco.

Además, todos los días disfrutábamos de músicos tocando junto a la piscina del hotel. Ni más ni menos que Arturo Sandoval, Hilario Durán y Caridad Valdés. Hilario tocaba en un piano Kawai colín, un acústico-eléctrico que Alberto Cortez le había regalado a Sandoval..

Menciono esto porque en el festival solo había un piano eléctrico, un Fender Rhodes, y Carlos se negó a participar si no le conseguían un piano acústico. Finalmente, lo logró: trajeron el Kawai del hotel donde nos hospedábamos.

En la prueba de sonido, Chucho Valdés se acercó y me dijo:

"¡Lo que no consiguen ustedes los gallegos!"

Chucho es tremendo, en todos los sentidos: como persona, como artista y, por supuesto, como pianista.Varadero fue, para mí y para toda la banda, una experiencia inolvidable ante más de quince mil personas.Cuba es y será siempre la madre de toda la música afro-latina.

Otra gran puerta que se abrió en mi vida gracias a Carlos fue la de viajar haciendo lo que más me apasiona: la música. Gracias a él, presentamos el disco en Cuba y Argentina. También hicimos una gira por la península y otra maravillosa por Marruecos, recorriendo Agadir, Casablanca, Rabat, Fez, Marrakech, Tánger y Tetuán.

Para terminar, quiero mencionar algunos conciertos que me marcaron profundamente, como el que realizamos en el Palau de la Música de Barcelona. Un lugar emblemático, donde la sola presencia de estar allí, ya es emocionante. Uno nunca podría haber imaginado el tener que salir el primero al escenario y comenzar el tema “El rey Al Mutamid dice adiós a Sevilla” del disco De la luna y el sol (1981) como introducción al espectáculo, mientras mis compañeros iban tomando posiciones. Recuerdo que era una introducción extensa, y en ese momento me encontré recapacitando y diciéndome para mis adentros: 

¡Luis, qué valor tienes! Porque, sinceramente, tenía poca formación como pianista.Recuerdo que las manos me sudaban… ¿Serían los nervios? Probablemente sí. Pero lo cierto es que, cuando las primeras notas comenzaron a fluir, todo desapareció: el miedo, la inseguridad… solo quedó la música. Y aquella noche, en un escenario tan majestuoso, supe que todo había valido la pena. Comparto en este enlace el directo y disculpen por la calidad del sonido.                                                        (Dale al "Play")

Otro teatro que guardo con especial cariño es el Teatro de Salamanca en Madrid, donde tuvimos el privilegio de compartir escenario con artistas como Antonio Gala, entre otros. También el Teatro Lope de Vega en Sevilla, con su atmósfera única y su historia vibrante.

Y cómo olvidar aquellos dos días seguidos con llenos absolutos en el Manuel de Falla de nuestra querida Granada. Sentir el calor de nuestra gente, el aplauso sincero y la conexión especial con el público fue una experiencia indescriptible.

Siempre estaré agradecido por todos estos momentos que llenaron esos tres años intensos junto a Carlos Cano (DEP). Desde el primer día, mis compañeros Nicolás y Kiko me integraron en la formación con generosidad, y con ellos viví experiencias inolvidables. También guardo un enorme cariño por todos los músicos con los que compartí escenario: Alfredo Barrales, Juan Medrano (DEP), Julio Pérez.

"Si estuvieran todas las puertas abiertas" es el disco en el que Carlos canaliza su desencanto más profundo hacia una izquierda que, tras alcanzar el poder con el arrollador triunfo del Partido Socialista en 1982, parecía traicionar sus propios ideales. En su sexto álbum, el artista convierte la decepción en arte, demostrando que, como decía José Benjamín, "escribir es pensar y pensar es comprometerse”.

Fiel a su espíritu crítico, Carlos fusiona sentimiento y compromiso en cada acorde y verso. De todas las canciones, "La metamorfosis" es la que mejor encapsula esa desilusión, utilizando la sátira como espejo de una generación que, con el tiempo, se ha encontrado con más preguntas que respuestas: ¿Qué queda de aquel tiempo? /¿Qué fue del ilusión?/ ¿Dónde está la esperanza de nuestra generación ?

(Dale al "play")

 

Hoy, cuarenta y dos años después, solo queda decir...

¡Gracias, Charlie!


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