El enemigo en casa

Josemi Montalbán.

Abril/24.

 

El problema de la corrupción en España es que los españoles no la toman en serio, acostumbrados como están a ser saqueados. La banda franquista PP, un partido llamado al gobierno, ha institucionalizado y normalizado tanto la corrupción, que incluso nos presentan a un candidato presidenciable estrechamente vinculado con el narcotráfico y ahí está, liderando las encuestas.

 

En España ser corrupto no es solo que te salga gratis, es que te abre las puertas del Olimpo, y corruptos, por desgracia, los hay y nos los encontramos en todos los partidos.

En España, el problema de la corrupción, no es la corrupción en sí, que, siendo grave problema, tiene solución; el problema de España es cómo los jardineros que cuidan del vergel patrio, combaten las malas hierbas que siempre afloran, y mientras unos arrancan la ortiga de raíz, otros la abonan, riegan y cuidan porque se alimentan del caldo de las ortigas. El verdadero problema de nuestro país es que el problema de la corrupción no tendrá jamás solución mientras no emprendamos con seriedad, y en profundidad, una reforma completa del poder judicial, que es el primero de los poderes corruptos, porque, como todo lo demás en esta presunta democracia nuestra, es heredado de un régimen corrupto hasta el tuétano

El problema de la corrupción en España es que la banda franquista PP, un partido llamado al gobierno, ha institucionalizado y normalizado la corrupción, incluso nos presentan a un candidato presidenciable estrechamente vinculado con el narcotráfico, y ahí está, liderando las encuestas. Son gente de bien que llevan ochenta años saqueando un país que consideran que les pertenece en exclusiva y por tanto hacen lo que les place porque para eso los nazis se lo regalaron. Constitucionalistas convencidos que incumplen la Constitución porque para eso la escribieron ellos sin contar con nadie y es suya. Demócratas de nuevo cuño, que solo aceptan las reglas de la democracia cuando los favorece, temerosos siempre por la posibilidad que la democracia destape algún día sus innumerables crímenes, heredados, como heredaron los poderes, de un genocida. 

Feudales señores del siglo XXI, que se echan a llorar cuando los pillan desvalijando el carrito de los helados, y se hacen las víctimas: "No sé. Pasaba por aquí. Yonosio. Mira el otro... ETA ".

Lo del novio presunto defraudador de la presunta homicida Ayuso, lo de su pisoplón, lo del coche, lo del otro piso, lo de las cuentas en Suiza o Panamá, lo de las facturas falsas, las comisiones, los chantajes, la Kichen, el Jaguar en el garaje, los trajes, la Fórmula 1, Bárcenas, el chanchullo de Tomás Ayuso, el millón de su madre, el préstamo de su padre, Bankia...los ajustes de cuentas entre las distintas famiglias... Todo es un complot del maléfico socialismo, como lo fue Gurtel, o cualquier otro de sus casos aislados. Todo, menos el presunto homicidio de 7291 ciudadanos en residencias madrileñas, que eso hay que meterlo en el zurrón de Pablo Iglesias.

El problema es cómo cada partido afronta su propia corrupción, y mientras los pérfidos socialistas exigen responsabilidades, y expulsan a los corruptos; en la organización criminal PP se les abriga, se les aplaude y se les justifica, porque para ellos, los patriotas de siempre, los herederos del genocida, es normal robar, defraudar, chantajear...lo llevan haciendo ochenta años, y no les ha ido nada mal, justo es reconocérselo.

El problema de la corrupción en España es que nuestra modélica y ejemplar Transición no fue transición a nada, ni reforma de nada, sino un acuerdo de paz, donde, a cambio del derecho al pataleo y una ilusión de libertad, se garantizó a los privilegiados que sus privilegios no serían tocados, y así se evitó que volviéramos a hacer lo que mejor sabe hacer un español...matar a otro.

El problema de la corrupción en España es la poca vergüenza de todos. Políticos, banqueros, jueces, curas y común de los mortales, todos somos en mayor o menor medida corruptos y a todos nos parece algo normal que exista la corrupción y cuando encontramos algo donde no existe la sembramos.

El problema es que nosotros somos nuestro enemigo, y estamos en casa.


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