El negocio de la guerra

Specula.

Abril/25.

 

 

Pretenden hacernos sentir en la cara vientos de guerra desde la UE, y es la excusa para gastar 800.000. Millones de € en armas que fabricaran los EEUU.

 

El miércoles 25 de marzo, la Comisión Europea presentó la estrategia para preparar a la Unión ante una posible guerra. Soporta el arranque de su táctica un borrador que incluye un plan de acción en caso de una previsible crisis militar con la recomendación de almacenar en los hogares suministros de emergencia: reservas de agua, medicamentos, baterías y alimentos para subsistir 72 horas sin ayuda externa, algo que resulta sencillamente ridículo. Aunque el plan también cubre emergencias climáticas, la principal amenaza descrita es la posibilidad de una agresión armada que afecte a uno o más Estados miembros. Ni que decir tiene que esa amenaza para Ursula von der Leyen y sus acólitos proviene desde la misma Rusia de la mano de Vladimir Putin, y así lo ha manifestado el ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Radosław Sikorski, poniendo incluso fecha para antes de que termine esta década.

Tal urgencia y sensación de peligro no es compartida en todos los países de la Unión Europea ni por el grueso de los ciudadanos de la misma. Quizás y al margen de esa supuesta amenaza sobre el territorio europeo, la solución no pasa por engrosar los arsenales militares y disponerlos para la guerra. A la seguridad de la que habla la Comisión Europea y el propio Gobierno español con Sánchez a la cabeza pero sin sus socios y mucho menos los de investidura, se llega mejor con una sanidad y educación públicas y de calidad para todas las personas, una vivienda y pensiones dignas, y sobre todo, con el trabajo colaborativo para que los jóvenes no tengan que vivir nunca el horror de la guerra, y con tratados de cooperación a nivel global.

El mecanismo de excepcionalidad con el que la Comisión Europea pretende aumentar el gasto militar en 800.000 millones de euros, no debería dejar a nadie indiferente, evitando de ese modo el debate en los parlamentos y la transparencia propia del gasto público, algo a todas luces antidemocrático.

¿En qué o a quién ayudaría este aumento desproporcionado del gasto militar que proponen en la Comisión y el Gobierno sin transparencia ni procedimientos democráticos? Es una buena pregunta para la que una vez más, hemos de imaginar la más egoísta de las respuestas.

Lo que está claro es que no podemos aceptar que el dinero destinado a hospitales públicos, a escuelas y universidades públicas, al sistema de atención a la dependencia, a las políticas de protección y de cobertura social para los momentos de dificultad, a la lucha contra el cambio climático, contra la violencia machista, el racismo o la protección frente a emergencias, o el de la cooperación, se utilice para comprar armas de pequeño calibre, tanques, misiles y aviones de combate para la guerra, porque así lo hayan decidido los que gobiernan actualmente Europa y sus jefes de los EEUU.

Ilustración: IA Alternativa Mediterráneo. Uso libre.

¿Acaso el rearme garantiza la paz? ¿O tal vez nos acerque más a la guerra? Somos un continente pacífico que no quiere la guerra. Hay un peligro adicional en todo esto, y es que cualquier estado de preguerra real o ficticio viene siempre acompañado, además, de retrocesos en derechos, libertades y políticas sociales, originando terror y alarma social, escenario idóneo para normalizar con ello mecanismos autoritarios y represivos como se empiezan a instalar sibilinamente en muchos lugares.

¿Asumirá Sánchez aquí el papel del “hombre blanco con lengua de serpiente” al que cantaba Javier Krahe?


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