El Conde De Montecristo
Lector Impertinente.
Febrero/25.
En los "Tres mosqueteros" ciertamente hay algo que no hay en "El conde de Montecristo" y es más luz, a pesar de que "El conde de Montecristo" se supone tener una envergadura dramática que la novela de los mosqueteros.
El cine está creado para entretener.
La adaptación de los clásicos suele llevar alteraciones de la trama y los personajes la mayor parte de las veces. Para los cinéfilos más puristas oír esto no es agradable, y con frecuencia tienen que sufrirlo en adaptaciones a la gran pantalla y a veces como miniseries en la pequeña pantalla, como "Cumbres borrascosas", "Jane Eyre", "Los tres mosqueteros", "Madame Bovary"...por citar algunas de ellas.
Así llega esta nueva película francesa "El conde de Montecristo" para alabar la gran obra de Dumas, o mejor dicho de su amigo Auguste Maquet (quien parece ser que fue el que escribiera ésta y "Los tres mosqueteros", pero bien sabemos que nunca habrá ni consenso ni justicia).
Esta nueva cinta de Pierre Ninney con 173 minutos se erige junto a las dos partes de "Los tres mosqueteros" de Eva Green y Vicent Cassel como la tercera parte de esta colección que el cine francés hará a partir de ahora a los grandes clásicos de Dumas. El siguiente será "El vizconde de Bragelonne", o más conocido como "El hombre de la máscara de hierro" si se sigue el orden del corpus.
No obstante nos enfrentamos a otra adaptación libre, lo cual no es malo para mí.
Pierre Niney se ha alzado como un actor camaleónico, versátil. Y es que ese es el gran problema, parece que en Francia no existen más actores de su rango y edad.
En los "Tres mosqueteros" ciertamente hay algo que no hay en "El conde de Montecristo" y es más luz, a pesar de que "El conde de Montecristo" se supone tener una envergadura dramática que la novela de los mosqueteros.

Había una vez un joven hermoso, noble, trabajador y pobre, llamado Edmond Dantés, lleno de luz y felicidad, que consiguió el amor de una joven tan pobre como él, Mercedes, la más hermosa de Francia y ascender por sus propios méritos en su barco Faraón, pero sus camaradas y conocidos envidiosos de su felicidad y éxito, le tendieron una emboscada con una carta que Napoleón le entregó que tenía que entregar al señor de Noirtier, padre del fiscal del nuevo orden, que encarna lo opuesto a la nueva situación política de su hijo, pues es agente bonapartista, a partir de aquí se desencadena el infierno en la tierra para nuestro protagonista.
Pierre Niney no es nada de eso. Los otros actores en el pasado si han encarnado bien a Edmundo, desde Pepe Martí en Estudio 1, hasta Robert Donat en el 34 y pasando por Louis Jourdan en una miniserie francesa, al igual que Richard Chamberlain en su adaptación del 75 o Andrea Giordiana en el 66 con su versión italiana en blanco y negro del frío y letal conde, por no hablar de Guillaume Depardieu que en 99 interpretó al joven Edmond junto a Jim Caviezel en el 2002.
Niney no logra transmitir inocencia, ni es poseedor de un físico que haga que los demás se pongan verdes de envidia como le pasa en la novela a Edmond, situación que sí es creíble cuando Jim Caviezel lo interpreta claro.
Y aquí empiezan las pegas con esta película que todos parecen adorar en masa, porque hay que hacerlo, es lo que marca la tendencia y no queda de otra.
Y sin embargo es una película en la que faltan los elementos más básicos de la novela.
Yo soy partidario y voto para que hagan adaptaciones libres, siempre que lo más esencial esté ahí. Esta película se percibe como un perfume que no huele, como un perfume que adolece del último acorde o de su ingrediente corazón más importante. No es una película para recordar. Edmond Dantés no es Edmond Dantés, si no un actor mal escogido que confunde el tener cara de dolor con la verdadera venganza. No se percibe al conde como en la novela se cuenta.

Muchos critican la poca seriedad de Kevin Reynolds en "La venganza del conde de Montecristo" del 2002, y sin embargo el esqueleto de lo que el conde era está todo ahí. Su barco, su amistad con el Abate de Faría, su amor por Mercedes, la villanía sin tregua de Villefort y de Mondego pintadas en las mismas expresiones de los actores. No había que explicar que Mondego odiaba a Edmundo, aunque fingiera amistad. Porque los ojos de Guy Pierce destilaban en su actuación una envidia insana. Y Villefort era la fuente misma del clasismo y el abuso de poder. Se omitieron muchas claves, como las identidades del conde, pero no hacían falta.

Solo existía ese afán letal y frío de venganza. Ciertamente si Jim Caviezel fue Cristo en "La pasión" como conde de Montecristo tiene un porte de ser un auténtico psycokiller, un hombre sin escrúpulos, pero al mismo tiempo frágil, roto por dentro, cualidades que Niney entre tanta peluca sobre peluca con disfraces poco probables para hacer de Lord Wilhmore, con otro nombre o de Abate Busoni, no retrata. Y es que esta adaptación no se ha molestado en escoger a los actores adecuados que sin embargo Kevin Reynolds sí hizo. Aunque contara menos cosas, aunque fuera tan libre.
También es libre la actual película de la que hablamos. Lo woke ha entrado, se ha colado por la puerta de atrás con añadidos como el lesbianismo o Angela.
O las grandes ausencias y desarrollo de los personajes.



Villefort, Morrel y Valentina, Eloise, Peppino, Bertuccio....y Edmond. Porque realmente no aparece. Solo aparece Niney con cara de enfado toda la película y de amargado.
Mensaje global desalentador, la venganza muy fría, los efectos ausentes, el vestuario ausente, la música mediocre, el suspense detectivesco mal interpretado, tan solo sobresalen Vasili Schneider y Ana María Vartolomei, como una pareja encantadora, pero que no viene al caso. La pareja que debió unirse todos saben quién es.
Anaís Demoustier es la peor Mercedes que he visto. Sin química en absoluto por Pierre Niney, no es capaz de otorgar al atormentado personaje de Mercedes ni frío ni calor. Y no hay nada peor que la mediocridad para un personaje pasional.
Película sobrevalorada, tan solo querida porque hay que quererla y porque es más fiel que la de Jim Caviezel. Es como una venganza contra Reynolds.
Muchos dirán que es para que las nuevas generaciones vean esta historia, que la disfruten, que la conozcan...conocer algo tan mal ejecutado y tan desalentador, pensándolo bien es lo que pega en la sociedad actual.

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