1,2,3...Educación y acción
Fernando Alés
Marzo/24
En estos tiempos, las formas son mucho más sutiles; en algunos casos, que no en todos. Ahora se trata de manejar el pensamiento de la gente, convirtiendo a los individuos en seres banales e individualistas. Haciéndoles creer que cada uno de ellos es único, y que formar parte de un colectivo, o perseguir un fin común, solo les lastra impidiendo su ficticio desarrollo personal.
Vivimos en un tiempo donde se fomenta lo que viene a ser el analfabetismo intelectual galopante. Sorprendente, ¿verdad? ¿Cómo se me ocurre hablar de analfabetos en estos tiempos, en que todos sabemos leer y escribir, donde más de uno, sabrá más que yo de informática, redes sociales o inteligencia artificial?
Pero si diferenciamos entre conocimientos tecnológicos, y sensibilidad social y humana, no voy muy descaminado, diciendo que nos estamos convirtiendo en unos analfabetos intelectuales.
Unos brutos que sabemos de trucos y maneras para llamar la atención de los demás, en el sentido de captar su atención y conseguir su reconocimiento. Un reconocimiento que no deberíamos necesitar y que ni nos aporta, ni nos enriquece, aunque lo creamos así, convirtiéndonos solamente en escaparates, sin ningún contenido en la trastienda. Haciendo que dejemos a un lado, por irrelevante nuestra propia calidad humana. Poniendo los valores en segundo plano, por “innecesarios”. La solidaridad, la empatía, la integración nuestra con los demás y de los demás con nosotros. Y en algunos casos, hasta la integridad.
Por lo que parece y de hecho es, un individualismo galopante, en contra de nuestro enriquecimiento como colectividad, fomentado desde los poderes reaccionarios, a través de sus instrumentos mediáticos.
En este sentido los poderes facticos, tienen en sus manos, nuestra educación, nuestra formación como personas intelectualmente suficientes. Pero también tienen el poder de condicionar esta educación, de forma que nuestros conocimientos, ni nuestros criterios, hagan tambalear ese poder.
Hay una célebre frase de Nelson Mandela que dice lo siguiente:
"La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo"
Pero como es bien sabido, el poder tal y como lo conocemos, siempre ha imperado en este mundo. Ya sea por mandato divino, por imposición y sometimiento, o a sangre y fuego. Y en muchos casos aplicando las tres condiciones a la vez.
En estos tiempos, las formas son mucho más sutiles; en algunos casos, que no en todos. Ahora se trata de manejar el pensamiento de la gente, convirtiendo a los individuos en seres banales e individualistas. Haciéndoles creer que cada uno de ellos es único, y que formar parte de un colectivo, o perseguir un fin común, solo les lastra impidiendo su ficticio desarrollo personal.
El lema utilizado, sería...divide y vencerás.
Cuando el enriquecimiento personal, consiste en interactuar, contrastando criterios, aportando y recogiendo pensamientos, ideas y conocimientos.
Pero esto no sucederá a menos que cada uno, y todos en su conjunto avancemos en la misma dirección.
No estoy en contra del poder, que tiene que dictar las normas por las que nos debemos regir. Estoy en contra del poder, que nos alinea, convirtiéndonos en los engranajes de una maquinaria para incrementar ese poder que nos subyuga aún más.
Por decirlo de otra forma; nosotros mismos somos el combustible que necesitan para quemarnos y anularnos.
Todo esto se consigue en principio con la educación que nos permiten adquirir, con leyes de educación polarizada, según criterio del gobernante. Una educación castrada, sin expectativas de fertilidad. Después está el poder mediático, al servicio de su amo, que condiciona nuestra opinión, diciéndonos quien es bueno y quien es malo. Quien tiene razón y quién no. O a través de soflamas y consignas, como Libertad, Justicia, Patria y o cualquier otro mensaje grandilocuente, aunando a la opinión pública, convirtiéndola en una masa ingente al servicio de sus intereses.
Hay una frase de mi propia cosecha, en este sentido, que todavía no es celebre, pero tiene posibilidades, que dice:
"Cuídate de aquél que te ofrece libertad regalada, porque ese será quién te robe la libertad conseguida."
Y como último paso, está el proceso de convertirnos en seres anodinos, banales y superficiales, sin ningún tipo de inquietudes. Que aislados en nosotros mismos, no tenemos más interés que sobrevivir, en una sociedad que vende muy cara esa supervivencia.
Más aun, cuando estamos abocados a la ignorancia cada vez más generalizada, por la falta de información o una información condicionada. Que unido a nuestro propio individualismo nos lleva irremediablemente al pozo intelectual construido para nosotros.
A ser parte de un rebaño, con la única aspiración de pastar, que desde un matadero factico, nos vaya sacrificando poco a poco, probablemente de por vida.
¿Qué quiero decir con todo esto? Pues no lo sé…
Posiblemente, solo intente con ello, atenuar la caída libre a la que estamos abocados como sociedad. Conteniendo, aunque sea de manera insignificante, la decadencia que nos rodea. Pretendiendo que cada lector que tenga a bien leer hasta aquí, cuestione, y saque sus propias conclusiones de la información que recibe, incluso de lo que está leyendo en este momento.
Conseguir calar en cada miembro de esta sociedad, es tan utópico, como pretencioso. Pero si alguno saca una mínima conclusión de todo esto, me daría por satisfecho.
Como dijo Machado:
"Nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria…"
Aunque si me gustaría dejar algo de lo aquí expuesto, aunque solo sea una pizca, en la memoria de alguien con inquietud, y con criterio propio.
Y para no extenderme más de lo acostumbrado, aquí lo dejo, por si alguien lo quiere recoger. Que lo poco agrada y lo mucho cansa.
Si alguien que me lea no, está en absoluto de acuerdo lo aceptaré.
Y siempre le quedara mi postrera bendición.
A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.
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