Distopica realidad

Por: Josemi Montalbán


"La ciencia es más que un conjunto de conocimientos; es una forma de pensar. Tengo el presentimiento de una América en la época de mis hijos o nietos, cuando Estados Unidos sea una economía de servicios y de la información; cuando casi todas las industrias manufactureras clave se hayan ido a otros países; cuando los impresionantes poderes tecnológicos estén en manos de unos pocos, y nadie que represente el interés público pueda siquiera entender los problemas; cuando la gente ha perdido la capacidad de establecer sus propias agendas o de cuestionar con conocimiento de causa a los que tienen autoridad; cuando, aferrados a nuestros cristales y consultando nerviosamente nuestros horóscopos, nuestras facultades críticas en declive, incapaces de distinguir entre lo que se siente bien y lo que es verdad, nos deslizamos, casi sin darnos cuenta, de nuevo hacia la superstición y la oscuridad". 

Estas palabras fueron pronunciadas por el divulgador científico y astrónomo, Carl Sagan, hace casi tres décadas. Una predicción que, tristemente, se ha hecho realidad, y aunque están dirigidas a describir el futuro de la que se dice es nación más poderosa de la Tierra, su tino nos afecta a todos en un mundo extorsionado, los extorsionadores, para no asustarnos, lo llaman globalizado, mientras nos mantienen prisioneros, esclavizados sería más ajustado a la realidad, de una tupida y enmarañada red económica, comercial, de medios de comunicación y financiera, detrás de la cual están un puñado de apellidos habituales de la revista Forbes. 

La cita hace referencia a una sociedad distópica, absolutamente embrutecida, perdida, manipulada, sin lograr discernir la gota de verdad en una inmensa piscina de mentiras, de atisbar entre un mar de odio, la balsa de humanidad que al final nos salve de morir ahogados en nuestra propia bilis. Luchando tenazmente para mantenernos a flote en una sociedad cada día más desigual, y dividida, en la que lo que importa no es lo quién se es, sino lo que se tiene, y sobre todo si nos creemos aquello en lo que nos quieren hacer creer, porque de eso depende el papelito que después introducimos en la urna. Una sociedad distópica que, como ya ha sospechado, no tiene nada de distópica, y por el contrario no solo es muy real, también muy de ahora. 

La humana somos una especia que nos hemos desperdiciado, capaces de lo mejor, y también de lo peor, nos inclinamos siempre y peligrosamente hacia el lado oscuro, entregando el poder al primer Darth Vader que aparece en televisión diciéndonos lo que queremos oír, hablándonos como si fuéramos simples, menguados o retrasados, sietemesinos, que sin pizca de criterio necesitamos, por nuestro bien, naturalmente, ser tutelados por un Sith tirano que nos libre de la libertad, en beneficio de la cuenta de resultados y los dividendos de los habituales de la revista Forbes. 

Y qué quiere que le diga, visto lo visto, y lo que me temo está por ver, igual a Darth Vader no le falta razón. 


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