A la dignidad y solidaridad con Palestina.
Luis Poyatos.
Febrero/25.
Es evidente que hay miedo. Miedo a perder posiciones, a enfrentarse al poder. Yo, personalmente, me niego a compartir escenario con músicos o artistas que avalen, directa o indirectamente, el genocidio.
España es el país con más festivales de música del mundo, acercándose a la impresionante cifra de mil eventos. Esta diversidad se traduce en una amplia variedad de estilos musicales y un público heterogéneo que disfruta de destinos y ubicaciones de ensueño, atrayendo a miles de visitantes cada año.
Cada festival tiene sus particularidades, pero hoy quiero hablar del mejor festival europeo de reggae: el Rototom Sunsplash, que se celebra en Benicàssim (Castellón). Este año, además, conmemora su 30º aniversario. Fundado en Gaio di Spilimbergo (Pordenone, Italia), se trasladó a la costa valenciana en 2010. Su duración es de ocho días y en la última edición batió su récord de asistencia con más de 250.000 personas de diferentes países.
El festival no solo ofrece música, sino también una amplia gama de actividades: talleres ecológicos, gastronomía, danzas afro-modernas, sesiones y debates sobre la historia del reggae, convirtiéndose en una experiencia única. Por sus escenarios han pasado grandes artistas, pero también personalidades influyentes como la Nobel de la Paz Rigoberta Menchú, Shirin Ebadi, el sociólogo Zygmunt Bauman, la activista medioambiental Vandana Shiva, el experto en neuroderechos Álvaro Pascual-Leone y periodistas de renombre como Rosa María Calaf o Bernard Cassen.
El Rototom es mucho más que un festival de música; es un espacio de compromiso social. Su director, Filippo Giunta, lo define con claridad: “No se entendería el Rototom sin esa parte social festiva, que atrae a un público con conciencia social y política, que disfruta comentando y compartiendo”. No olvidemos que su traslado a España estuvo motivado por conflictos con Silvio Berlusconi y la Liga Norte en Italia.
Este festival no solo promueve la cultura musical, sino también valores como la paz, la lucha contra el apartheid, los genocidios y las colonizaciones. Por todo ello, en 2010 recibió un importante reconocimiento por parte de la UNESCO. El Rototom es, en definitiva, un lugar ideal para expresar los sentimientos más humanos de libertad y solidaridad.
En 2015, el cantante estadounidense de origen judío Matisyahu quiso participar en el festival. Los organizadores aprovecharon la ocasión para pedirle que se pronunciara sobre el derecho del pueblo palestino a tener su propio Estado, generando un intenso debate.
Este evento nos invita a reflexionar sobre la realidad que vivimos y a tomar conciencia de lo que está sucediendo y de lo que puede estar por venir.
Reflexión desde el respeto, pero con valentía
Esta reflexión la hago desde el máximo respeto hacia un amigo de la infancia, pero siento la necesidad de expresarla, dejando de lado la hipocresía y el miedo.
Nuestro querido y admirado Antonio Muñoz Molina escribió en su momento un artículo titulado "Sentir vergüenza", en el que abordaba la polémica surgida durante el festival de reggae Rototom Sunsplash en Valencia, allá por 2015. En aquel entonces, los organizadores decidieron rechazar la participación de un cantante estadounidense por no adherirse a los protocolos del festival relacionados con la lucha contra el apartheid y la colonización en Palestina.
Los medios de comunicación, especialmente aquellos afines al cantante, no tardaron en movilizarse por toda Europa, logrando que aquí en España, Muñoz Molina sacara su pluma y escribiera ese artículo en defensa del artista. Si tienen oportunidad, lean "Sentir vergüenza".
https://xn--antoniomuozmolina-nxb.es/2015/08/18/sentir-verguenza/
Un texto bien escrito, como cabe esperar de Muñoz Molina, y al principio uno podría sentir admiración por sus palabras.
El Rototom Sunsplash se prepara para una edición muy especial en 2025, con la que celebrará su 30 aniversario. El evento tendrá lugar del 16 al 23 de agosto en Benicàssim (España), y promete ser una edición histórica, llena de sorpresas para conmemorar tres décadas de música, cultura y espíritu comunitario.
Este aniversario marca un hito importante en la historia del Rototom, que desde su fundación se ha consolidado como uno de los festivales de reggae más grandes e influyentes del mundo.
Sin embargo, la historia no termina ahí. El cantante en cuestión consiguió finalmente participar en el festival sin cumplir el protocolo contra el apartheid y reconocimiento de Palestina a tener su propio Estado. Meses después, este mismo artista se dejó fotografiar en Israel junto al líder de una asociación de colonos sionistas, quienes estaban acusados de crímenes atroces, incluido el asesinato de una familia palestina en un incendio intencionado. Y aquí surge la pregunta: ¿qué ocurre con cierta intelectualidad de izquierdas? ¿Por qué se desdibujan los principios más básicos de dignidad y justicia humana?
https://www.eldiario.es/contrapoder/matisyahu-rototom-ano-despues_132_4693338.html
Es evidente que hay miedo. Miedo a perder posiciones, a enfrentarse al poder. Yo, personalmente, me niego a compartir escenario con músicos o artistas que avalen, directa o indirectamente, el genocidio. Callar ante estas situaciones es, en cierta medida, convertirse en cómplice. Ya hemos aprendido de la historia que el silencio frente a ideologías genocidas, como el nazismo, solo alimenta su impunidad.
Hoy, en pleno siglo XXI, somos testigos del primer genocidio televisado, y lo que encontramos es una parálisis mental colectiva para detener al sionismo, una ideología que, como el nazismo en su tiempo, pisotea los valores más fundamentales de la humanidad.
Por otro lado, Elvira Lindo, compañera de Antonio Muñoz Molina, publicó recientemente un artículo titulado “La vulgaridad del mal” en el País el 29-12-2024, muy crítico hacia Netanyahu.
https://elpais.com/opinion/2024-12-29/la-vulgaridad-del-mal.html
Un paso, sí, pero el análisis se queda corto. En ningún momento menciona la ideología sionista pero si cuestiona el apoyo abrumador de la sociedad israelí a los partidos que sustentan esta política. Recordemos que en las últimas elecciones en Israel, aproximadamente el 80% de la población votó desde opciones sionistas de izquierda socialista hasta la extrema derecha. Esto demuestra que el problema no es únicamente el gobierno, sino una ideología profundamente enraizada en la sociedad.
Elvira ha dicho algo, lo cual ya es más de lo que ha hecho Antonio en este contexto. Pero aún falta valentía para señalar lo evidente: el sionismo está destrozando nuestros valores esenciales. Derechos Humanos, Derechos de la Infancia, justicia… todos pasan a un segundo plano frente a esta corriente que no solo hiere a Oriente Medio, sino que amenaza con desestabilizar también a Europa.
Desaprender para volver a aprender. Debemos alzar la voz:
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