28F. Día de Andalucia


Hoy, Pérez, es el día de la Nación Andaluza, y antes de que ponga usted el exabrupto en el cielo, con su rancio, desfasado y absurdo discurso patriotero, le comentaré que esa Constitución española que usted dice defender con tanto ardor y valor de español de bien, en su artículo segundo, reconoce a Andalucía como una nacionalidad en el marco de la unidad indisoluble de la nación española. Es, pues, el día de la Nación Andaluza, y se fastidia usted. Es hoy el día en que Andalucía refrendó en un referéndum convocado el 28 de febrero de 1980 que quería ser un pueblo con autogobierno según lo dispuesto en el artículo 151 de esa misma Constitución que usted, Pérez, tan fanática, como incultamente, defiende, sin tener ni idea de lo que en ella se estipula. Una conquista esta del autogobierno andaluz que se cobró la vida de andaluces, a manos de miserables asesinos fascistas empeñados en el sometimiento de esta tierra.

No obstante, seguramente usted, mi estimado Pérez, menguado y bruto como es, desconozca que el sentimiento andaluz y la identidad de Andalucía, venían gestándose desde el siglo XIX, coincidiendo con el alzamiento en Cadiz del almirante Juan Bautista Topete, contra el gobierno de Isabel II en 1968, enmarcado en lo que se conoce como la Revolución de Septiembre, un movimiento revolucionario que terminó con la huida de la Borbón, y dando paso al Sexenio Democrático, que, tras el efímero reinado de Amadeo de Saboya, conduciría a la, aún más efímera, I República española.

Una identidad andaluza, un sentimiento de pertenencia a esta tierra, que se plantó, ya en el siglo XX, en el jardín de la libertad cuando un grupo de intelectuales comprometidos con la idea del andalucismo, sembró la semilla de la actual Andalucía. De entre ellos, la figura sin duda más relevante, fue el abogado malacitano Blas Infante, que ha pasado a la historia como "padre de la patria andaluza". Fue él quien recuperó la bandera blanca y verde de Al-Andalus (los colores del Califato Omeya), y también fue el malagueño quién diseñó el actual escudo de Andalucía con la idea confesada de: "volver a levantar un templo al Hércules Heleno, al divino héroe creador de la leyenda hesiódica, hijo de la fortaleza, de lo infatigable y de la conciencia del poder". "Por esto, -dijo- si yo pudiese elegir un escudo para Andalucía, señalaría sin vacilar el de la gloriosa Cádiz con su divisa elocuente: Dominator Hercules Fundator"; y por si todo eso no hubiese sido ya suficiente para denominarlo con toda justicia "padre", Blas infante también tuvo tiempo de componer el himno de Andalucia, antes de que un escuadrón de matones fascistas lo asesinase el 11 de agosto de 1936 en Sevilla. 

No podemos saber lo que pasó por la mente de Blas Infante en el último momento, mientras miraba el oscuro fondo de los ojos de quienes lo iban a matar, pero quizá rememoró el himno andaluz.

 

La bandera blanca y verde vuelve,

tras siglos de guerra,

a decir paz y esperanza,

bajo el sol de nuestra tierra.

 

¡Andaluces, levantaos!

¡Pedid tierra y libertad!

¡Sea por Andalucía libre,

España y la Humanidad!

 

Los andaluces queremos

volver a ser lo que fuimos

hombres de luz, que, a los hombres,

alma de hombres les dimos.

 

¡Andaluces, levantaos!

¡Pedid tierra y libertad!

¡Sea por Andalucía libre,

España y la Humanidad!


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