Transformación, desafío y futuro de la creatividad musical
Luis Poyatos.
Diciembre/24.
La IA ofrece soluciones prácticas y ahorra tiempo, también plantea riesgos evidentes. Uno de ellos es el peligro de caer en una apatía creativa.
Dos iniciales mayúsculas están revolucionando a pasos agigantados nuestro sistema de aprendizaje y creatividad: IA, Inteligencia Artificial. Detrás de estas dos letras, aparentemente simples de pronunciar, se esconden conceptos que están reconfigurando profundamente el arte, especialmente la música, un campo que históricamente ha sido un reflejo directo de la sensibilidad humana.
Nos dicen que la IA está transformando la manera en que se crea, produce y disfruta la música. Como herramienta, resulta magnífica para componer melodías y ritmos, optimizar sonidos y acelerar los procesos de producción, desde la mezcla hasta la distribución. Todo esto se complementa con servicios de streaming que nos permiten acceder a música y otros contenidos en tiempo real sin necesidad de descargas previas.
Sin embargo, como suele suceder, no todo es positivo. Estos avances traen consigo lo que se podría llamar “daños colaterales”, una expresión que parece encajar en las dinámicas del sistema neoliberal, donde la innovación a menudo perjudica a sectores vulnerables del ecosistema creativo.
Recordando un ensayo que escribí en enero de 2023, titulado “La Música como vínculo intercultural” (https://www.alternativamediterraneo.com/alsoniquete-enero23), es interesante volver a la etimología de la palabra "música", que proviene del griego musa. Las musas, figuras míticas femeninas, eran símbolo de inspiración para los artistas, vinculando la inteligencia humana con un arte que combina sonidos y silencios a través de la melodía, la armonía y el ritmo. Hoy, esa inspiración parece estar siendo sustituida por algoritmos que prometen revolucionar, y a veces dominar, la creación musical.
La dualidad del progreso: digital vs. analógico.
Es importante destacar que no es la primera vez que la música se enfrenta a cambios radicales. La transición del sistema analógico al digital, por ejemplo, supuso un avance enorme. Lo que antes requería largas horas de trabajo manual en los estudios de grabación, ahora puede lograrse en minutos. Sin embargo, este progreso trajo consigo una pérdida en la calidad percibida del sonido. Los formatos comprimidos como MP3 o MP4, aunque prácticos, han limitado las frecuencias que podemos percibir, acostumbrando a nuestros oídos a un sonido más pobre y uniforme.
Quienes han tenido el privilegio de escuchar música en vinilo con equipos de alta calidad saben que estos formatos analógicos conservan matices sonoros que se pierden en los dispositivos digitales. Recuerdo, por ejemplo, comparar mi copia en vinilo de “La chica de Ipanema” de Gilberto y Getz con la versión en CD. Aunque ambas eran excepcionales, los graves del vinilo tenían una profundidad y calidez insuperables.
¿Una apatía creativa en puerta?
Aunque la IA ofrece soluciones prácticas y ahorra tiempo, también plantea riesgos evidentes. Uno de ellos es el peligro de caer en una apatía creativa. Mientras que antes los músicos dedicaban tiempo y esfuerzo a perfeccionar sus composiciones, ahora una IA puede generar múltiples ideas en cuestión de segundos. Esto no solo reduce la exclusividad del acto creativo, sino que amenaza con desincentivar la innovación personal. Os dejo una prueba que he realizado con una canción propia, simplemente le he pedido el estilo musical, una voz masculina a la letra:
Dele al "Play" para escuchar.
* La "Espumita" es un tema musical compuesto por el autor de esta croníca y del que nadie más puede reclamar derechos de autor, derechos que el autor ha cedido a Mediterráneo Alternativa, solo a efectos de esta publicación.
El impacto económico y ético
El impacto económico ya se está haciendo evidente. Según un informe presentado por la consultora alemana Goldmedia en unas jornadas de la Sociedad General de Autores, para 2028 se prevé que el 30% de los ingresos de los creadores musicales estén en peligro debido a la IA.
Esto equivale a una pérdida de 1.000 millones de euros en mercados como el francés y el alemán, y un daño estimado en 3.000 millones de euros para los próximos cinco años.
Los géneros más afectados incluyen la música electrónica, el rap/urbano y los jingles publicitarios, todos terrenos donde la IA puede generar contenido de forma masiva y rápida. Frente a esto, los creadores piden que se establezcan mecanismos éticos que garanticen tanto su reconocimiento como su remuneración. Exigen, además, que se les pague por el uso de sus obras para entrenar a los modelos de IA, una medida que podría equilibrar la balanza.
Reflexión final
La IA, aunque en su etapa inicial, ya está creando conflictos en términos de derechos y reconocimiento. Curiosamente, la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos no reconoce obras creadas exclusivamente por máquinas, lo que pone en evidencia la necesidad de adaptarnos a este nuevo paradigma.
Las posibilidades de la IA son fascinantes, como el uso de aplicaciones capaces de transformar nuestra voz en imitaciones perfectas de artistas famosos o personajes animados. Sin embargo, estas innovaciones plantean una pregunta crucial: ¿qué lugar ocupará la emoción y la esencia humana en un arte mediado por algoritmos?
Como bien señala Gray Scott: “No habrá forma de que la mente humana le siga el ritmo a una máquina con inteligencia artificial a partir del año 2035”. Por ello, es más importante que nunca defender la creatividad humana, reivindicar lo emocional y apostar por lo natural. La tecnología debe ser una herramienta que amplifique nuestro potencial, no un sustituto de lo que nos hace únicos como especie.
Vienen tiempos sorprendentes, y es nuestra responsabilidad aprovecharlos sin perder la esencia de lo que significa ser creativo.
(Créditos a quién corresponda)
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