Es la hora de normalizar (II)

Gregorio Duque.

Noviembre/23.

 

 

No han tenido que pasar ni seis meses para rescatar el título de la columna, por cuanto la anormalidad, los sucesos anormales, y los anormales, están brotando como legión en todos los espacios territoriales, sociales, económicos y bélicos.

 

En julio de este año, sobre la base de las elecciones y los slogans de los partidos, hacía la oferta de normalizar la situación para no caer en desánimos, engaños o lisa y llanamente intereses ocultos de los mismos líderes que te van a defender y representar, en la versión más chic del Despotismo Ilustrado.

No han tenido que pasar ni seis meses para rescatar el título de la columna, por cuanto la anormalidad, los sucesos anormales, y los anormales, están brotando como legión en todos los espacios territoriales, sociales, económicos y bélicos.

Pero antes de comenzar, dada la anormalidad existente de discutirlo todo aún sin saber de lo que se está hablando, veamos lo que dice la RAE:

Anormal

Que accidentalmente se halla fuera de su natural estado o de las condiciones que le son inherentes.

Normalizar

Regularizar o poner en orden lo que no lo estaba.

Y digo yo que, si el conflicto entre el Estado de Israel y el grupo Hamás se ha convertido, a decir incluso de mandatarios de la ONU, en una guerra, logrando, sin percatarse al parecer de ello, elevar a Hamás de grupo terrorista, que es lo que internacionalmente se le considera, a la condición de ejército, a pesar de que gaza no sea un Estado. Hasta el punto que la propia e inútil ONU acredita que se están cometiendo crímenes contra la humanidad, y sobre todo contra niños indefensos, al tiempo que señala el derecho a la autodefensa de Israel, como si el conflicto hubiera comenzado con la salvajada del 7 de octubre, y no, para no remontarnos a 1947, con los desalojos a tiros de los palestinos que ocupaban, legalmente territorios y viviendas, para darle tierra a colonos patriotas y de gatillo fácil.

No parece que el derecho a la propiedad privada o a la vida, revista el mismo carácter y tenga el mismo fundamento en un territorio que en otro, llegándose a escuchar a ministros del gobierno de Netanyahu, barajar la posibilidad de arrojar una bomba nuclear sobre Gaza.

El dolor, los puñales de la impotencia clavados en la mirada de un hombre que es consciente que mañana puede ser asesinado.

Tras el ataque terrorista de Hamás y el inicio de los bombardeos, han tenido más voz para exigir el cese de la masacre líderes anormales que premios Nobel de la Paz. Entre los llamados a hablar de represión, persecución, masacre o genocidio, un sujeto que invade un país y bombardea de forma constante objetivos civiles, como el tipejo de Vladimir Putin. Otro que se ha molestado mucho es Mohamed VI, conocido por el reconocimiento de derechos a su pueblo. Otro ha sido el turco Erdogan, al que los derechos de los que entran a su país no tienen otra consideración que el pago que le haga la UE para almacenarlos. Y, claro está, como no podía ser menos, el presidente Seyed Ebrahim Raisi, de Irán, al que la vulneración de los derechos de los palestinos le molesta en proporción directa a la represión con las mujeres iraníes. Y he dejado para el final al presidente Maduro, que tras la condena ha culpado de la muerte de Jesucristo a la barbarie del imperio español.

En lo referente al flujo migratorio, hemos llegado en Canarias a escuchar en sede parlamentaria a una diputada de VOX hablando del incremento de la delincuencia debido a la llegada de inmigrantes. La presidenta suplente, Ana Oramas, exigió inmediatamente que matizara, pues no es cierto, tal como se afirma igualmente por la Fiscal Superior de Canarias, María Farnés Frigola. Pese a ello, VOX ha solicitado una sanción para Ana Oramas, sin que se le conozcan propuestas, enmiendas o intervenciones, referidas al trabajo de los fiscales en un garaje en Fuerteventura, o que a los menores inmigrantes que se le pretende enseñar español no puedan entrar a las aulas formativas, al decidir que las clases se imparten en la Universidad de La Laguna y sus Estatutos no permiten la entrada de menores en el campus.

En cuanto a la amnistía, ya me posicioné en su día y manifesté de forma clara que no veo inconstitucionalidad alguna en promulgar una ley de amnistía. Dicho lo cual, me reafirmo en ello: una ley de amnistía. Lo que sí que tiene visos de inconstitucionalidad al ir contra el artículo 14 de la Constitución es que sea una ley de amnistía para determinadas personas en un momento determinado, de una localización territorial específica y en base a unos hechos específicos. Y lo mismo, cuando se pretende condonar 15.000 millones de euros a Cataluña, una comunidad autónoma históricamente muy mal gestora y que antes de sentarse a hablar de condonaciones debería hablar también de esas embajadas y oficinas, dado que las comunidades autónomas, también en base a la Constitución, no tienen facultades en cuanto a relaciones internacionales.

Y puestos igualmente a normalizar, decirles por favor a toda esta panda pedigüeña que deje de decir imbecilidades como represió, estat fascist y demás "yerbas" porque así no

habrá que recordar, por señalar un solo caso, que para cumplir en otros territorios con el objetivo de estabilidad presupuestaria que no supieron, ni quisieron cumplir en Catalunya, se suprimieron programas tales como el apoyo a personas con Alzheimer. Esos territorios que tuvieron que hacer enormes sacrificios para cumplir con lo dispuesto en el artículo 135 de la Constitución y con la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera, que se enseña a todos los opositores a cualquier Administración española, y en la que no hay un artículo que recoja la posibilidad de rebajar la deuda perdonándola.

Y así, mientras unos han de ir a negociar el Convenio de Carreteras, el Plan de Empleo, el Régimen Económico y Fiscal, y en sus normas se recogen perlas tales como que Canarias no puede tener los precios más caros que en la Península, o que hay que cumplir con la doble insularidad para que las islas menores no paguen un sobrecoste de los productos, tenemos la cesta de la compra más cara de España y en islas como el Hierro se paga el litro de gasolina 50 céntimos de euros más que en las islas capitalinas, o que se supere en muchos puntos la media de desempleo española o el abandono escolar. 

De todo eso se ha de hablar, porque no es sólo normalizar Cataluña, sino que hay que evitar que la anormalización y los anormales se hagan fuertes, como ya ha ido pasando en países supuestamente con cultura democrática de la UE, en donde a Le Pen le ha salido un partido más a la derecha, la señora Meloni ganó en Italia a base de prometer ráfagas de metralleta en el Mediterráneo o el Sr. Orbán destituye por permitir la difusión ante menores de contenido LGTBI por una exposición de imágenes galardonadas con el World Press Photo que acoge el museo.

Pequeños detalles todos que no han ido a mejor, como es el caso de que mister X y su Sancho sean las voces críticas dentro del PSOE, convencidos tal vez de que ya nadie se acuerde del GAL o de Juan Guerra, o que ya quede para episodios de televisión en canales que nadie ve, mientras nos vamos acostumbrando a la anormalidad y a los anormales, y nos vayamos convirtiendo en los que se convirtió Adolf Eichmann, tal como recogió Hannah Arendt en sus crónicas del juicio: un burócrata que cumplía órdenes sin discutir absolutamente nada, aunque la orden fuera sobre la manera más rápida de eliminar a millones de ciudadanos.


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