El rasgo (y el sesgo)
Gregorio Duque.
Febrero/23
En septiembre de 1944 Charles Maurras, político francés vinculado con L´Action Française, fue arrestado y condenado a muerte por colaboracionismo con los alemanes. Cuando el 22 de enero de 1945, el Tribunal de Justicia de Lyon le conmutó la pena de alta traición con la de cadena perpetua, éste no dudó en sentenciar: «Ésta es la venganza de Dreyfuss» haciendo referencia al famoso caso de espionaje y antisemitismo que conmocionó a la sociedad francesa y no francesa de la época, en el que la víctima fue el capitán Alfred Dreyfuss, ingeniero politécnico judío que fue acusado de haber entregado a los alemanes determinados documentos de carácter secreto, siendo condenado por un tribunal militar a prisión perpetua y desterrado a la colonia penal de la isla del Diablo, a 11 km. De la costa de la Guayana Francesa.
Cuando el escritor Émile Zola publicó en 1898 su famoso; J´Accuse…! (Carta al Presidente de la República), con 300.000 ejemplares, provocó un giro importante, abriendo nuevamente el Tribunal Supremo francés el caso ese mismo año y ordenando realizar un nuevo Consejo de Guerra, el cual lo condenó en 1899 a 10 años de trabajos forzados pese a reconocer el propio tribunal la existencia de «circunstancias atenuantes». Posteriormente fue indultado por el presidente Émile Loubet al que le había dirigido la misiva Emile Zola, aunque a éste no le quedó otra que esconderse en Inglaterra, ante el temor de que los antidreyfussistas atentaran contra su vida.
Por su parte, tras el indulto, la inocencia de Dreyfuss fue reconocida oficialmente por la Corte de Casación y rehabilitó al capitán Dreyfuss, que reingresó al ejército francés con rango de comandante, llegando a participar en la Primera Guerra Mundial y falleciendo en 1935.
Mucho se ha leído y debatido sobre la verdad y su poder, a raíz del citado artículo de Don Emilio Zola. Sin embargo, otro Emilio, español él, cuarenta años antes, escribió uno, titulado “El rasgo”, muy poco conocido en España e ignorado fuera de ella.
D. Emilio Castelar y Ripoll, político, periodista y catedrático de Historia Crítica y Filosófica de España en la Universidad Central de Madrid había fundado el periódico “La Democracia”, en el que en la última semana de febrero de 1865 se preguntaba de quién era el Patrimonio Real con un artículo titulado “El rasgo”, denunciando que los terrenos comprendidos entre la fachada trasera de lo que hoy es el Museo del Prado y la valla del Retiro formaban parte del Patrimonio Nacional y no del Patrimonio Real, pues la reina Isabel II había vendido el solar. Debido al artículo, y matando como casi siempre al mensajero, el gobierno del Espadón de Loja, Ramón María Narváez, destituyó a Castelar de su cátedra, extendiendo la destitución asimismo al rector, Juan Manuel Montalbán, y a todos los catedráticos que se unieron y solidarizaron con lo señalado por Don Emilio.
“El Rasgo”, en 1865, planteaba que los bienes del Real Patrimonio eran inalienables, por lo que era ilegítimo la reserva del 25% que se hizo la Reina Isabel al vender patrimonio público y agradecerle el gesto de su venta para sanear las cuentas, quedándose con una cuarta parte que, a juicio de Castelar, o no se podía vender, o se vendía únicamente a favor del pueblo y, consiguientemente, en su totalidad.
El párrafo más sustancioso señalaba: “Pues si ha sido una gran ilegalidad, ha sido también un gran desencanto. Hace mucho tiempo que se viene encareciendo cuanto podía servir para sacar de apuros al erario los bienes patrimoniales de la corona. Y, sin embargo, nada, absolutamente nada se sacará ahora: nada. La Reina ser reserva los tesoros de nuestras artes, los feraces territorios de Aranjuez, El Pardo, La Casa de Campo, La Moncloa, San Lorenzo, el Retiro, San Ildefonso; más de cien leguas cuadradas, donde no podrá dar sus frutos el trabajo libre, donde la amortización extenderá su lepra cancerosa. El Valle de Alcudia, que es la principal riqueza del Patrimonio, compuesto de ciento veinte millares de tierra, no podrá ser desamortizado a causa de no pertenecer a la Corona, y, según sentencias últimas, pertenece a los herederos de Godoy. En igual caso se encuentra la riquísima finca de La albufera, traspasada por Carlos IV a Godoy a cambio de unas dehesas en Aranjuez y unos terrenos en la Moncloa. Si después de esto se transmite a la Corona el veinticinco por ciento de cuanto haya de venderse quisiéramos que nos dijeran los periódicos reaccionarios qué resta del tan celebrado rasgo, qué resta sino un grande y terrible desengaño”.
El 10 de abril de 1865 se produjo la Noche de San Daniel o Noche del Matadero en la cual la Guardia Civil, unidades de Infantería y de Caballería del Ejército reprimieron de forma sangrienta a los estudiantes de la Universidad Central de Madrid que realizaban una serenata en la Puerta del Sol en apoyo al rector de la misma, Juan Manuel Montalbán, quien había sido depuesto tres días antes por orden gubernamental, por no haber destituido a varios catedráticos, entre los que se encontraba Emilio Castelar. El 10 de abril, lunes, el nuevo Rector, el Marqués de Zafra, tomó posesión de su cargo y juró fidelidad a la reina. La tarde del día 10 de abril, estudiantes, obreros y representantes del Partido Demócrata y del Progresista acudieron a la Puerta del Sol desde distintos puntos, con la intención de ofrecer una nueva serenata. Al llegar cerca de Sol, el Ministro González Bravo ordenó a la Guardia Civil cargar contra los manifestantes. En la zona se encontraba también una unidad de Infantería y otra de Caballería que habían sido movilizadas en la mañana para la ocasión. En total unos mil hombres armados. A la orden de González Bravo se produjeron diversas cargas, con disparos y bayoneta calada. Los manifestantes se dispersaron por las calles adyacentes y trataron de colocar barricadas sin conseguirlo ante la actuación de la Caballería. Durante las sucesivas oleadas murieron catorce manifestantes y ciento noventa y tres resultaron heridos
Hace escasos días se ha publicado la noticia de que el rey emérito inicia los trámites para trasladar su residencia fiscal a Emiratos Árabes, por lo que dejará de ser contribuyente a la Hacienda española y no presentará la declaración de la renta ni siquiera allá, al no existir el IRPF.
De las noticias relativas a los cuatro millones de euros pagados por vuelos privados a la Fundación Zagatka de su primo Álvaro Orleans, de su abono al empresario mejicano Allen Sanginés por importe de 678.393 euros, de los 65 millones entregados “por gratitud” a su amiga entrañable Corinna, del pago a Bárbara Rey con fondos reservados, de la cuenta suiza “Soleado”, de las operaciones en el paraíso fiscal de Jersey, de las cuentas en el paraíso fiscal de Panamá, de las cuentas suizas de Lucum, o del patrimonio de 2.000.000.000 de euros a base de asignaciones mensuales consignadas en los Presupuestos generales del Estado, ya no tendremos que preocuparnos.
Y a falta de D. Emilio Zola y D. Emilio Castelar y de una prensa que informe, pregunte, cuestione y acuse, ruego que no se baje el telón; si no por conocer, al menos por la distracción del espectáculo, que debe continuar.
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