El expolio africano

Daniel Martín.

Marzo/23

 

Parece que la comunidad internacional comienza a despertar de su letargo y darse cuenta de algunas cosas que ya sabíamos desde hace mucho tiempo gentes preocupadas en aspectos de información, aunque los mandatarios del planeta parecían estar absortos en otras cuestiones y ajenos por tanto a temas vitales para el desarrollo de la justicia y la paz en nuestro planeta, como lo es el saqueo que desde hace siglos viene  sufriendo el continente africano por parte de un cada vez más deshumanizado occidente.

El pasado mes de febrero el secretario general de la ONU, Antonio Guterrez denunció, por fin que ya iba siendo ocasión, la "extorsión" de la que está siendo víctima el continente africano a manos de un sistema financiero global, necesitado de una "transformación radical", que impide a los países africanos el desarrollo de sus "sistemas vitales".

Una situación peligrosa e injusta que es consecuencia de la avaricia de “un sistema financiero mundial les niega por norma el alivio de la deuda, o cualquier financiación en condiciones favorables, mientras cobra intereses exorbitantes y debido a ello.

"Los países africanos no pueden invertir en áreas críticas" como la salud, la educación, la tecnología ecológica, la protección social o la creación de nuevos puestos de trabajo sostenibles, y subir al mismo tiempo "la escalera del desarrollo con una mano atada a la espalda”.

Según declaró el secretario general durante la apertura de la cumbre de la Unión Africana que se celebró en la capital de Etiopía, Adís Abeba.

Aunque tarde, parece que la comunidad internacional empieza a entender que una muy buena parte de los problemas que padecemos los países desarrollados se han “cargado” en los países que desde el liberalismo económico explotamos inhumanamente y asolamos económicamente dejando a su población condenada al hambre y la enfermedad, o abocada a jugarse la vida partiendo en una aventura incierta con destino a un “primer mundo” que finalmente resulta que ni es mundo, ni es nada, solo otra forma distinta de servir a un mismo amo.

Quizá esta toma de conciencia mundial del padecimiento de una parte del planeta lleve el convencimiento de la esclavitud real en la que todos nos movemos para satisfacer la insaciable avaricia de un puñado de codiciosos y quizá, solo quizá, ello nos haga avanzar en una sociedad menos globalizada en lo económico, pero infinitamente más globalizada en lo humano.


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