¿Por qué lo llaman "bulo", si es desinformación?

Daniel Martín.

Diciembre/23

 

 

En los últimos años está en más en auge que nunca, no solo en la batalla política, también la selva caníbal financiera, e incluso en el mundo de la farándula o la propia comunicación, aquel proverbio de Roger Bacon, en el que, ya en el siglo XVII, se aseguraba que: "miente, miente, que algo queda". Un mezquino recurso al que recurren cada vez con mayor descaro los políticos para llegar a sus votantes a través de discursos más directos y con menos información contrastada, una técnica especialmente empleada por la extrema derecha.  

 

La utilización torticera e irresponsable de la confianza de los pueblos, por parte sobre todo de desaprensivos de la política, está poniendo en serio peligro la estabilidad de las democracias del mundo y empujando a una sociedad tecnológicamente avanzada, pero moralmente en pañales al borde de un abismo en el que difícil será que algunos no terminen cayendo. 

Las cada vez más numerosas y millonarias campañas de desinformación y manipulación del ciudadano que, por lo general, no está muy al corriente de los intríngulis de los Estados, no se llevan a cabo en "repúblicas bananeras", muy al contrario, se desempeñan en naciones con estandarte de seriedad y responsabilidad como Estados Unidos o Inglaterra, y desde luego afecta muy seriamente a naciones donde la cultura democrática aún no está completamente asentada como es el caso de España.

Las redes de desinformación en los nuevos formatos de comunicación son extensas, efectivas y persuasivas. Los "bulos" y las "fakes news" en las redes sociales se han incrementado en modo exponencial a como se estrechaba el margen de diferencia en la intención de voto entre los partidos mayoritarios, que se disparaban entre ellos, mientras que las formaciones minoritarias eran víctimas del fuego cruzado, cuando no directamente objetivos de la antidemocrática y sucia artillería mediática de los poderosos, principalmente las organizaciones fascistas, sufriendo directamente los ataques desde un Gobierno que utiliza los recursos policiales y judiciales a su alcance para manchar con injurias y falsedades a rivales incómodos, como ha sucedido con la feroz, ilegal, antidemocrática, inconstitucional y golpista campaña politicojudicial y mediática emprendida por el Gobierno de Mariano Rajoy y el Partido Popular contra Unidas Podemos, el éxito de la cual logró a alterar los resultados electorales desde 2017. 

Pero no solo se utilizan las redes de manipulación y desinformación contra entidades u organizaciones políticas, también contra nombres propios y sus familias, como ocurrió con el matrimonio Iglesias/Montero, Mónica Oltra o  Victoria Rosell, todos políticos progresistas atacados por la judicatura y la política al servicio del interés ultraderechista y públicamente expuestas al escarnio social, por unos medios de difusión de mentiras y falsedades que actúan impunemente porque, una vez destapada la mentira, no tienen que responder de sus falaces portadas. 

Es tal la efectividad de estas campañas de desinformación que se mantienen activas en medios afines y redes sociales que logran impactos de 530 millones de "consumidores" de un mismo bulo, según un informe de la organización activista internacional Avaaz. 

En España, se han fundado en los últimos años y pescando la financiación en el turbio río español de las subvenciones públicas a los part6idos políticos, medios de "comunicación" como La Gaceta, perteneciente a la fundación disenso de Vox o Estado de Alarma TV de Javier Negre, Vito Quiles u otras anomalías comunicativas como Alvise Pérez, todos ellos conocidos activistas fascistas y agitadores sociales numerosas veces condenados por mentir en sus "informaciones", que en realidad son altavoz para proclamas contra la democracia creando así un escenario de desinformación que beneficia a aquellos que sostienen estos paraísos de la mentira con el dinero de todos los españoles vía publicidad institucional  desde las instituciones en las que gobiernan, destinando cada año mayores partidas económicas de dinero público destinadas a mantener perfectamente engrasada la maquinaria que los lleva a ganar elecciones a lomos de asnos con las alforjas cargadas de mentiras. 

Estamos ante una práctica, conocida como el método Bannon (Mentiras, Odio y Bots), se aplica de manera asidua contra la democracia en varios países y la financiación de sus políticos, medios e "influencers se realiza a través de organizaciones en apariencia desligadas de los movimientos fascistas, pero que a poco que se escarba... 


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