Au revoir, Tío Sam


Josemi Montalbán.

Marzo/25.

 

 

Despues de perder una guerra contra Rusia y junto a la OTAN, el cómico Volodímir Zelenski ha descubierto quién es el “amigo americano”, e inventando a estas alturas del siglo el botijo, ha venido a pedir a la Unión Europea (de la que los rusos sí le van a dejar formar parte) armarse al margen de Estados Unidos y, retomando la idea de Ángela Merkel, gritar al can Cerbero, OTAN, “Yakee go home”, y comenzar a formar un ejército europeo.

 

 

De no ser porque el nuevo führer Trump está completamente perturbado, y lo bastante loco para desencadenar contra los díscolos la ira de su Dios bélico, lo cierto, mi estimado Alarico, es que el advenimiento del IV Reich puede venir muy bien a Europa, y convertirse en una ocasión excepcional para que el viejo continente obligue al “amigo americano” a quitarse la careta, y mostrar su verdadero rostro, que jamás fue el de un amigo. 

Imagen: IA Alternativa Mediterráneo. Uso libre

Una ocasión única para seguir el consejo de Volodímir Zelenski que, aunque tarde, ha descubierto quién es el “amigo americano”, e inventando a estas alturas del siglo el botijo, ha venido a pedir a la Unión Europea (de la que los rusos sí le van a dejar formar parte) armarse al margen de Estados Unidos y, retomando la idea de Ángela Merkel, al final de su mandato (igual por eso fue el final de su mandato), de gritar al can Cerbero, OTAN, “Yakee go home”, y comenzar a formar un ejército europeo de verdad, sin dependencia del “amigo americano” que solo busca sus “tierras raras”. Con tecnología netamente europea que nos vacune contra la posibilidad de una “escasez” de repuestos si el naipe no viene del gusto del amigo americano”, consolidando además una poderosa industria europea, basada en criterios sostenibles europeos, tecnología exclusivamente europea (tenemos de todo, Europa es autosuficiente) y volver a las políticas sociales, culturales, y medioambientales, que siempre han caracterizado a esta civilizada, culta y vieja Europa, hasta que el cáncer del liberalismo económico y el autericidio que nos impuso Merkel al inicio de su mandato, y del actual siglo, abrieron las puertas a la intransigencia primero, y el suicidio colectivo que nos han traído después los movimientos integristas de ultraderecha, que han resucitado, ochenta años más tarde al monstruo del fascismo, empujados desde el refugio del “amigo americano” donde el monstruo se refugió, tras devastar Europa, hace ochenta años. 

Ante el “América First” de los borricos, Europa, mi estimado Alarico, debe responder que Europa estaba primero, y propinar una colleja al molesto y engreído niñato “Iueseis”, para después dejarle claro que Estados Unidos no es América, tan solo una parte de ella, estrechando, a través de un país europeo que es España, los lazos comerciales y políticos con las repúblicas americanas, abusando del vínculo sanguíneo y cultural que une a España con aquellos países, tan sojuzgados y sometidos como Europa por el arrogante, maleducado e insoportable niñato “Iueseis”.

La llegada a la Casa Blanca de un lunático como Trump, acompañado, además de una recua de fanáticos asnos millonarios, debería ser una oportunidad para limpiar nuestra Europa de traidores al servicio, por convicción o por faltriquera, del monstruo; airear el continente de superchería religiosa e integrismo cristiano, para limpiar bajo la alfombra de la habitación donde duerme la democracia, el talibanismo sociocultural implantado en los pueblos, por unos medios de comunicación desleales y prostituidos, que, a base de talonario, ha utilizado el monstruo para inocular en la mente de los más simples que el enemigo no es el monstruo, sino aquellos que huyen de las dentelladas del monstruo. 

El advenimiento del IV Reich, el ascenso al poder del führer Trump y su corte de menguados, puede ser, si listos fuéramos, una bendición para Europa, propiciando el marco idóneo para liberarnos, para dejar atrás el terror yankee al comunismo, el integrismo puritano de unas gentes que viven ajenas a una realidad que consideran ficción con la que hacer películas, de tomar distancia de la bronca y belicosa política del ordeno y mando, disfrazada de democracia, de volver a convertir a Europa en un referente mundial de libertad, una tierra de acogida, de cultura e igualdad, y mandar a paseo a quienes pretenden convertirnos en títeres de su locura. 

Es una maldición que seamos tan estúpidos.

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