Tres crónicas de una muerte anunciada

Spécula.

Octubre/23

 

 

El gobierno de Giorgia Meloni conspira contra la vida como siempre hizo el fascismo contra aquellos que no eran de los suyos. La primera ministra italiana, lejos de adecuar su ejército y sus puertos al rescate de los inmigrantes, ha preferido legislar para que no lo haga la Grande Italia con la dignidad de los rescates navales.

 

La primera de estas crónicas y la más dolorosa, por el número de personas que dan al traste con su triste vida, es la referida a la Ley 15/2023 que restringe a las embarcaciones de búsqueda y salvamento la realización de más de una operación de rescate a la vez en las costas italianas. La norma establece que las embarcaciones de búsqueda y salvamento deben poner rumbo hacia el lugar de seguridad asignado tras una operación de rescate sin demora; esto implica que los navíos de rescate no deben prestar asistencia a otras embarcaciones en peligro. La ley también obliga a los capitanes de los buques que hayan llevado a cabo un rescate a proporcionar informes no específicos a las autoridades italianas sobre el salvamento realizado; lo que en la práctica ha llevado a solicitar información excesiva.

Los efectos de la nueva ley se ven agravados por la reciente práctica de las autoridades italianas de asignar puertos lejanos para desembarcar a los supervivientes tras los rescates. Esta política no está incluida en ninguna legislación, pero se ha convertido en práctica habitual desde diciembre de 2022, asignándose con frecuencia a los buques de búsqueda y salvamento lugares de seguridad en el norte de Italia en lugar de en el sur, lo que aumenta considerablemente su tiempo de viaje y limita su presencia en la zona de búsqueda y salvamento.

El gobierno de Giorgia Meloni conspira contra la vida como siempre hizo el fascismo contra aquellos que no eran de los suyos. La primera ministra italiana, lejos de adecuar su ejército y sus puertos al rescate de los inmigrantes, ha preferido legislar para que no lo haga la Grande Italia con la dignidad de los rescates navales, sino que corta todos los cabos de las velas a su alcance para que otros tampoco lo puedan hacer libremente. Las ONGs ponen el grito en el cielo, mientras Meloni pone nuevos náufragos en el fondo del mar.

El Gobierno de Cantabria aprobó el pasado 26 de septiembre la elaboración de un proyecto de ley para derogar la Ley de Memoria Histórica y Democrática de la comunidad autónoma (2021). Una medida defendida por Vox y apoyada por el Partido Popular, que se llevará a cabo “a la mayor brevedad”, según se manifiesta desde el gobierno cántabro.

Esta iniciativa fue presentada en el Parlamento regional y ha sido aprobada con los 19 votos a favor correspondientes a los diputados de PP y Vox frente a los 16 en contra de los representantes del PSOE y el Partido Regionalista de Cantabria (PRC).

Se puede atentar contra la vida de los vivos como lo hace Meloni, igual que lo hizo Ayuso en la CCAA de Madrid por, al menos inacción, y se puede atentar contra la muerte de los asesinados de la manera más cruel e indigna, es decir, muertos por unos ideales lejanos a los del fascismo imperante en ese momento, y se puede volver a atentar contra la ley que promueve su exhumación de cunetas y fosas y les devuelve la dignidad. Otra vez la palabra fascismo a la palestra, y otra vez por gentes del mismo tenor.

La mayoría del Congreso ha vuelto a rechazar el viernes 29 de septiembre—ya lo hizo el miércoles 27— investir como presidente del Gobierno al líder del PP. El político gallego ha contado con 172 apoyos y se ha quedado a cuatro votos de la mayoría absoluta. En su contra han votado los 177 parlamentarios con los que nunca contó.

Me pregunto si frente a este nuevo cadáver político del PP al que han salido en tromba a defender para que gane batallas después de muerto, y hacer de él un nuevo mártir político, mientras a sus espaldas ya le están buscando repuesto desde el IBEX 35, Felipe VI habrá constatado también un pasito más para convertirse en nuevo fiambre coronado. Nadie parece atreverse a mencionarlo y, sin embargo, el estrepitoso fracaso de Feijóo lo es también del Borbón en igual medida. Ambos tenían el futuro escrito, y el segundo permitió que el gallego ganara un mes de primeras páginas a costa de que el pueblo español lo perdiera miserablemente.


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