Adicciones al pasado franquista
Specula.
Mayo/23
Todo llega muy lento, en dosis mínimas por si mientras tanto olvidamos que aquí hubo una dictadura de 40 años, cuyos tentáculos siguen presentes a día de hoy permeando todas las instituciones.
No paro de preguntarme desde hace muchos años ¿Saldrá de nuestro Parlamento la ilegalización del franquismo algún día?
Es otra cuestión de justicia, una más, de esas que siempre llegan fuera del espacio-tiempo apropiado. Ahora, cada día más, urge celeridad en dar dignidad a las víctimas que yacen sin permiso en donde no deberían estar.
Urge tener un gobierno valiente en este país que se atreva a ser tan extremadamente democrático, que sea capaz de hacer justicia, que haga que se pida perdón, que aplique justicia hasta el final, sin reparos a poder ofender a los herederos de los privilegios de los que todavía gozan a 87 años de un golpe contra la legítima República, contra un pueblo desarmado, tras 46 años reclamando justicia, 46 años manteniendo el olvido, 46 años llorando hacia adentro.
Todo llega muy lento, en dosis mínimas por si mientras tanto olvidamos que aquí hubo una dictadura de 40 años, cuyos tentáculos siguen presentes a día de hoy permeando todas las instituciones.
Pero hay quien no olvida, porque a nosotros nos quedaron las historias familiares en voz baja contadas de boca a boca, nos siguen doliendo nuestros muertos, nos sigue doliendo la tierra que entierra, de forma anónima y clandestina sus huesos, nos duele la represión, la pobreza y el aislamiento al que se sometió a todo un país, nos duelen las balas en las tapias de los cementerios, los falsos expedientes, los juicios sumarísimos, las desproporcionadas condenas en base al eufemismo de "auxilio a la rebelión", como si los rebeldes, los golpistas, los preñados de fascismo no hubieran sido ellos, aquellos que a la postre ganaron la guerra. También están los miles de exiliados para salvar su vida, los silencios impuestos a base de palizas, de incautaciones forzosas de bienes, de desprestigio social.
Durante décadas, España estuvo llena de memoria de los vencedores en monolitos repletos de nombres de los caídos por Dios y por la Patria, de símbolos fascistas conmemorando el día de la victoria que, alguien ya debería atreverse a calificar aquí públicamente como día de la derrota, de la humillación del pueblo. Todo eso pasa factura en la memoria colectiva. Las víctimas de los vencidos no existían, apenas si existen. El olvido oficial, que es lo que siempre han practicado el PP y ahora también VOX, no hará desaparecer el recuerdo de ese pasado de violencia y dictadura injusta y cruel.
Decenas de miles de muertos en fosas; cuarenta años con Franco y su dictadura de vencedores y vencidos, víctimas y verdugos. La venganza de los vencedores, que ningún gobierno de la etapa "democrática", ha tenido las suficientes agallas de poner fin para poder construir una verdadera democracia urge que sea mitigada por fin.
Pero cada vez que se trata de gestionar desde la democracia ese pasado sucio, el PP y sus hijos ideológicos, encuentran una excusa. Desde Fraga y Aznar a Feijóo o Almeida, nostálgicos del fascismo, son los que se dedican a borrar los nombres de quienes defendieron con su vida la República, son ellos los que rompen losas, estatuas o monumentos a martillazos y reponen nombres franquistas en las calles.
Para vergüenza propia y del resto de países democráticos, apenas si hemos dado pasos de dignificación. Falta muchísimo todavía.
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