Ensuciando Asturias

Specula.

Noviembre/22

 

Cualquiera que haya estado en Cudillero, sabe a ciencia cierta que se trata de uno de los pueblos más bonitos de Asturias. En general la belleza de los parajes asturianos lo es a pesar de las visitas de gentes que no son de allí, y que incluso portando títulos inventados por y para ellos, hacen irrelevante su paso por aquellas tierras, que ni crecen ni menguan con las trashumancias humanas. Parajes y pueblos guardan esencias y merecimientos sin que los paripés sociales influyan en ello.

A un paripé iba media Casa Real desde Oviedo. Se trataba de la entrega de la distinción Real de Pueblo Ejemplar a Cadavéu, lo dicho, un paripé propagandístico para mantener los lazos ficticios de la Casa Real con el Principado de Asturias. Durante el trasiego de personas, vehículos y mucho personal de seguridad que acompaña estos soliloquios, Leonor de Borbón y su señora madre, a la sazón Leticia Ortiz se sintieron indispuestas, algo que le suele pasar al vulgo con frecuencia, porque las gastroenteritis están por encima de bien y del mal, de la carne y el pan, de carteras y títulos nobiliarios que vienen del medioevo.

Nada de lo anterior es relevante, salvo la belleza de los parajes asturianos pero, resulta que tenemos una parte de la sociedad de anchas tragaderas, que necesita el soma del Mundo Feliz de Aldous Leonard Huxley para permanecer conforme, y resulta también que tenemos medios de comunicación dispuestos a dárselo en favor de que lo instaurado ni se despeine ante los vaivenes sociales que acontecen y, tal vez vengan llamados a despertar conciencias con el consiguiente peligro de cambio de paradigma y pérdida de privilegios.

Hete aquí que aquello que nuestras abuelas llamaban cagaleras, y mal apretón nuestros padres con los que se comenzó a quitar hierro al lenguaje, ha pasado con la comunicación bien enfocada a la estulticia, a ser incluso un llamado de “profesionalidad” de la Princesa Leonor, destacando que aunque pálida, no dejó de sonreír en ningún momento mientras su padre, Felipe de Borbón hablaba del tiempo con los lugareños.

Acaso la risa bobalicona sea el pago con el que esta institución pretenda devolvernos su insoportable costo, dado lo inútil de su razón de ser. Tal vez la campechanía hablando del tiempo pretenda ser una forma de igualarse por abajo con el pueblo, cuando por arriba llevas todo un séquito de gente armada para protegerte, vives en palacios y comes de las mejores viandas, aunque a veces, Campylobacter, Escherichia coli, Shigella o Salmonella, se salten esas estrictas medidas de seguridad provocando diarreas reales, es decir, de las de toda la vida.


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