Pico Reja, la dignidad devuelta

Specula.

Abril/23

 

El lunes 29 de marzo, de mañana, y fue con el retraso secular de una ciudad que por fin, se ha decidido a dar maternidad a 1.786 de sus hijos, que fueron represaliados durante la guerra incivil y el franquismo y que se encontraban en la fosa común de Pico Reja del Cementerio de San Fernando.

 

La Sevilla de charanga y pandereta que escribió y describió Machado, la de cerrado y sacristía, la devota de Frascuelo y de María, la de espíritu burlón y de alma inquieta, ha tenido por fin su mármol y su día.

Fue el pasado lunes 29 de marzo, de mañana, y fue con el retraso secular de una ciudad que por fin, se ha decidido a dar maternidad a 1.786 de sus hijos, que fueron represaliados durante la guerra incivil y el franquismo y que se encontraban en la fosa común de Pico Reja del Cementerio de San Fernando.

Demasiado tiempo de silencio, de familias que lloraban hacia adentro la falta de los suyos, y que en este acto organizado por el Ayuntamiento de la capital hispalense, han encontrado por fin, el resto de dignidad que, tras una muerte ignominiosa e irreparable, al menos merecían tras todos estos años.

Es curioso y ofrece una cierta justicia poética, que casi simultáneamente, su asesino el que debiera haber sido degradado a título póstumo y todavía no ha ocurrido, saliera de la Basílica de la Macarena donde ha estado enterrado con honores todos estos años, y que luego las víctimas encuentren descanso digno por fin, en el columbario que ahora perimetralmente delimita la fosa ya excavada.

Tres años han tardado los especialistas de Aranzadi en realizar una labor rigurosa para proceder a la exhumación hasta su final, y rastrear las muestras de represión, clasificar los restos, extraer su ADN y custodiarlos hasta el momento en que exista coincidencia con las pruebas biológicas de los familiares. Se cumplirá de este modo con la Memoria Democrática, las entidades memorialistas y los familiares y, así por fin, se ha hecho justicia con quienes fueron arrojados a una fosa común de indigna manera y hace tanto tiempo.

Emoción contenida, lágrimas y alegría de los asistentes que entre banderas republicanas fueron depositando restos numerados y pendientes de cotejo con los ADNs actuales, en los pequeños nichos del columbario. Gentes sencillas que echaron de menos a otras muchas que ya no están por el paso de los años, o no pudieron asistir por motivos laborales. Estas cosas que son una vez en la vida, merecerían un día de fiesta para facilitar el acceso a todo el mundo, y no ser tratadas desde la agenda del político de turno, que prefiere dedicar el asueto del fin de semana a otras cosas. Siempre lo repito: El pueblo merece mucho más que políticos acomodados, egoístas y torpes.


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