Amor maternal

Carmen Prieto Gómez.

Mayo/24.

 

No seré yo quien otorgue marchamo de romanticismo al amor maternal. Todavía hay que seguir tragando con el amor eterno por encima de todo hacia un hijo.  

Y sí, las madres amamos a nuestros hijos por encima de todo. Pero eso no nos obliga a aguantarlo todo.

 

 

A las madres se nos otorga por imposición absoluta y social, que somos las que tenemos que llevar, no sólo la carga de la crianza y el trabajo fuera de casa, sino que, además, con mucha prudencia, casi sin darnos cuenta se nos encarga hacerlo con la mejor de nuestras sonrisas.

Y en el solemne papel que se nos adjudica, es bueno reflexionar sobre el ideal de madre.

No podemos romantizar el amor incondicional de una madre afirmando que una madre quiere sin esperar nada a cambio. Una conclusión que me parece egoísta e incluso malévola. Una madre necesita sentirse querida y cuidada por sus hijos/as, porque ella termina siendo dichosa cuando sus hijos/as corresponden a su amor.

La maternidad no significa sonreír siempre, sino también llorar a mares. Requiere muchas noches de insomnio fundiendo la almohada en un asfixiante abrazo. Significa un sinfín de preocupaciones, horas, días, meses, años…

Además de camuflar las verduras y el pescado para que no se note, toleramos con toda la paciencia del mundo, la infinidad de sinsentidos que tiene la vida.

Cuando se habla de madre se hace también referencia a una mujer que es una auténtica superwoman, porque es capaz de desarrollar miles de cosas a la vez en pro de su pequeño/a, aunque eso suponga dejar de lado a los demás e incluso a sus tareas profesionales, y sin quejarse. Pero no, no somos superwoman, no debemos renunciar a nuestra carrera profesional ni debemos perder nuestra identidad como mujeres. Y no, no existen madres perfectas. Somos madres reales que lo hacemos lo mejor que sabemos y podemos. 

Somos madres que reímos, lloramos, jugamos, nos agotamos, perdemos la paciencia y mañana volvemos a darlo todo con más amor aún.

Normalicemos decir cómo nos sentimos sin ser condenadas como; "mala madre".


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