Remembranzas del 83. Un Curso para no olvidar

Elepé.

Mayo/23

 

Todo aficionado al jazz, sabe que la Jam Session es el lugar mágico para compartir ideas musicales, tocar temas sin previo ensayo, en definitiva, improvisar.

 

 

Aquí estamos de nuevo, recordando una nueva remembranza que viene con cuarenta años en la mochila.

El año1983 fue espectacular, aparte de las experiencias que tuve con Carlos Cano (relatada en otra remembranza) hay que sumarle a ese período, nuestra incursión a los estudios de jazz que se hacían a través de unos seminarios organizados por el afamado, Taller de Músicos de Barcelona. Era época para aprender en todos los sentidos y más en los culturales. El PSOE, había ganado las elecciones del 82 con mayoría absoluta y la verdad que el “pastel cultural” estaba servido. Entre las ganas de descubrir, de experimentar, en definitiva, de libertad, el colectivo musical se encontraba con la suerte de poder estudiar y vivir económicamente bien, gracias a los proyectos que se iban cocinando por el camino, hasta que llegó ese momento en donde la demanda artística no daba respiro para el estudio diario que la música necesita.

La década de los ochenta como la de los noventa fueron muy activas para la creación de proyectos musicales.

Mi primera experiencia como alumno la tuve en el III seminario Internacional de Jazz de Alcalá de Henares, fue muy positiva para un autodidacta de la música en general y para comprender un lenguaje nuevo, interpretado por auténticos profesionales de este género.

Programa del III Seminario Internacional de Jazz

Inolvidables las jam que se formaban con estos grandes músicos docentes, algunos fallecidos como el pianista Don Friedman y el trompetista maravilloso y como ser humano, Claudio Roditi, que nos dejó en el 2020. Claudio, de origen brasileño, hablaba el español y esto nos lo hacía más fácil. Entender bien sus explicaciones era todo un lujo porque los demás profesores no lo hablaban, aun así, el idioma principal que nos unía era el lenguaje de la música. Punto y pelota.

De Granada partimos, el batería Julio Pérez, el flautista Fernando Wilhelmi y el que escribe este recuerdo.

Mi forma inquieta de ser y apostando por las ganas de compartir todo lo que estaba conociendo, tuve la idea loca de intentar llevar ese curso a Granada. Y así ocurrió. Realicé el rol de intermediario entre el Taller de Músicos de Barcelona y la Delegación Municipal de Cultura de Granada. Por la parte del Taller, la dirección estaba a cargo de un admirado Luis Cabrera, un jienense luchador por el jazz y el flamenco, afincado en Barcelona, pero con un carácter muy difícil. Por la otra, decir que jugaba en casa. La concejala de Cultura era una gran aficionada al jazz y una buena amiga, Mariló García Cotarelo, así como el técnico de cultura, Antonio Muñoz Molina. Sí, el afamado escritor.

Pasaron los meses y llegó el momento. Se iba a celebrar por primera vez en Granada, en paralelo al Festival, un curso internacional de jazz, dado por músicos de renombre, en eso quedé con el director del taller, pero al final hubo cambios en los docentes y al honor de la verdad hay que puntualizar que los sustitutos eran muy buenos...

Los docentes fueron: Zé Eduardo como director del seminario, bajo, armonía y combo. Luis Vidal, piano y combo, Jordi Rossy, batería, Sean Levitt, guitarrista y combo, Michael Kaupa, trompeta, combo e Historia del Jazz y Dave Pybus, saxos y combo.

Todo aficionado al jazz, sabe que la Jam Session es el lugar mágico para compartir ideas musicales, tocar temas sin previo ensayo, en definitiva, improvisar. El curso tenía esa limitación, durante meses no encontré ningún local en Granada que quisiera dejar ese espacio escénico, vital para realizar las jam. La cosa pintaba mal, busque una alternativa, no al uso, y fue pedirle a Mariló, el favor de dejarnos asistir gratis a los conciertos que se celebrarían en el F.I. de Jazz.

Las cosas como son, fue un pelotazo y una oportunidad única de ver a figuras internacionales tan cerca. Y, nos colocaron a pie de escenario. Siempre le estaré agradecido.

Fotos: J. Martín.

Se dice que la perfección no existe, todos los días aparecía algún problema y había que improvisar sobre la marcha, y no musicalmente hablando. Recapitulemos, teníamos un lugar magnífico para realizar durante una semana el curso, el Manuel de Falla, con sus aulas acondicionadas y con los pianos necesarios que nos pedía el Taller. El material que se requería era el siguiente: 6 pianos, 6 baterías completas, 6 amplificadores de bajo, 6 amplificadores de guitarra, 40 atriles y un equipo de voces con sus respectivos micros y obviamente las aulas, 6 con sus sillas, mesas, pizarras, tizas… y una fotocopiadora, eso sí, con papel suficiente. Antes, casi todo era gratis. Hoy en día, todo vale. Uno, no sabía dónde se había metido. Y, mientras tanto, Luis Cabrera disparaba dardos envenenados.

Mi aportación como mentor del proyecto era poner en contacto a estas dos instituciones y asistir al curso como alumno, pero no comerme todos los marrones que iban saliendo. Pienso que para eso estaba el técnico de cultura, o un ordenanza del ayuntamiento, pero la confianza…En fin, no quedó otro remedio que tomar la iniciativa, hacer de coordinador y pasar del curso.

Ya había buscado el alojamiento, manutención, para los docentes y director del Taller. El curso empezaba un lunes y días antes, el técnico de cultura me preguntó si podía hacerme cargo del cobro de la segunda parte de las matriculas…todo un exceso de confianza. Me encontré con una pasta que llevé obviamente ese mismo día a la delegación de Cultura.

Me reitero, fue muy intenso, pero creo que todos lo vivimos con una pasión inolvidable. Doy fe que las puestas de sol, únicas que veíamos desde las aulas, la emotividad de los conciertos del FIJ, el nivel del profesorado y la magia que aportaban los alumnos, especialmente los de la “escuela flamenca”, Tito Alcedo o Nonete, eran brutales. Tremendos guitarristas que ya improvisaban como nadie, aunque no leyeran una sola nota.

Cada día me tocaba lidiar con algún problema. Hubo uno que me marcó y mucho. Se celebraba por esos días unas reuniones con los Delegados del Comité Olímpico en el Falla y parece ser que el sonido de los instrumentos les molestaba al Concejal de Relaciones Institucionales, José Miguel Castillo Higueras (DEP). Yo estaba por los pasillos y me dijo de muy malas maneras, “o dejáis de hacer ruido o llamo a la policía municipal para que os desalojen”. 

El periodista, Eduardo Castro que estaba por allí me preguntó qué había sucedido y se lo comenté. En fin, uno aprendió a base de…y como decía Oscar Wilde;” la experiencia es el nombre que cada cual da a sus errores”.

Para finalizar esta remembranza, quisiera comentar que al curso se matricularon más de cincuenta personas, fue un éxito, a pesar de todos los avatares, y semilla de muchos músicos que hoy en día, están aportando a la Música, lo mejor de cada uno.


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Comentarios

CARLOS PALOMO BLANCO
hace 16 días

Conoci a mi compañera Crónica, Muñoz Molina, al entonces mi camarada el concejal (qdp), al escritor y gran persona Eduardo Castro, etc...
Una crónica preciosa Luis...y verídica...pues esos años los viví y disfrute...