Remembranza de una lotería inolvidable
Elepé.
Agosto/23
En el colegio, nos solían ubicar en los pupitres según las iniciales de nuestros apellidos, y la "p" siempre iba al final. Fue entonces cuando descubrí mi miopía, pues para poder leer la pizarra, realizaba gestos de forma inusual, llevando un círculo formado por el pulgar y el índice al ojo y cerrando los dedos poco a poco, como un catalejo improvisado.
En la vida, el azar ha llamado a la puerta de cada uno, y para algunos, esa suerte se ha convertido en una auténtica lotería. Curiosamente, en ciertos países latinoamericanos como Chile, el término "lotería" adquiere un significado totalmente distinto y puede provocar confusión y risas. En aquel rincón del mundo, los puestos de lotería son conocidos como "Polla", lo cual da pie a ingeniosos juegos literarios.
Es inevitable que la imaginación vuele cuando uno se topa con titulares literales en la prensa chilena como "¡Sáquese la polla y hágase rico!" o "Vuelve la polla con dos terminaciones". Incluso la afamada carrera hípica, patrocinada por el presidente de la República, anuncia con orgullo que "hoy se corre el gran pollón del presidente". La combinación de estas expresiones junto con nombres propios imagínense, por ejemplo, si a esto le añadimos "Poyatos se sacó la polla”, seguramente desatará carcajadas y noches llenas de cachondeo. Menos mal que mi apellido proviene de poyo, poyete…
La diversidad cultural y lingüística puede llevar a situaciones curiosas y momentos hilarantes. En este caso, el lenguaje juega con la ambigüedad y la creatividad, brindando un humor que sorprende y divierte a quienes lo descubren.
En definitiva, la suerte puede presentarse de formas inesperadas y darnos sorpresas que sacuden nuestra cotidianidad. Desde loterías hasta "pollas", la vida tiene la habilidad de ofrecernos situaciones graciosas e irónicas que nos recuerdan que el humor es un tesoro que vale la pena atesorar.
Retomando aquellos recuerdos que me inundan la mente, debo mencionar la suerte, la lotería, o "la polla" que tuve al esquivar el servicio militar. Corría un veranillo caluroso en finales de julio de 1980, cuando contaba con unos veinte años y estaba inmerso en mis estudios de 3º de Psicología. En aquel entonces, el servicio militar obligatorio en mi país se extendía por 18 largos meses, y en ese preciso momento, yo empezaba a coquetear con mi otra gran pasión: la música.
Con entusiasmo y determinación, me sumergía en el mundo musical como autodidacta, buscando oportunidades para tocar y ganarme mis primeras remuneraciones en la vida. Había pasado ya varios años en el ambiente de los pubs, esos lugares mágicos que nos han regalado experiencias inolvidables.
Mi primera aventura con remuneración fue como “pinchadiscos” y todo comenzó en el afamado pub “Free”, el cual posteriormente cambió su nombre a “Mingus”. Este lugar emblemático estaba enclavado en la ciudad de Granada, y fue testigo de momentos inigualables durante los finales de los setenta y principios de los ochenta.
Os recuerdo esta “REMEMBRANZA DE UN PUB”, la tenéis en este enlace.
En medio de aquellos días calurosos, con la música y la libertad en el corazón, continuaba prorrogando mi incorporación a las filas militares. Aunque algunos compañeros consideraban que era una oportunidad para madurar y hacerse “hombres", otros cuestionábamos la imposición y anhelábamos decidir sobre nuestro propio destino. Además, estábamos viviendo y descubriendo por aquella época, el infame país de “meapilas” que era España, sumiso a esa dictadura que estaba ya agonizando pero que iba a dejar muchos parásitos vivos y los más críticos teníamos grabado en la mente esa cita, mejor dicho, lo contrario del himno carlista: Ni Dios, Ni Patria, Ni Rey.
Para continuar esta remembranza quisiera comentar una anécdota que me ocurrió respecto a mi limitación visual.
En el colegio, nos solían ubicar en los pupitres según las iniciales de nuestros apellidos, y la "p" siempre iba al final. Fue entonces cuando descubrí mi miopía, pues para poder leer la pizarra, realizaba gestos de forma inusual, llevando un círculo formado por el pulgar y el índice al ojo y cerrando los dedos poco a poco, como un catalejo improvisado. Un profesor me notó mi dificultad para ver la pizarra y, un día de forma jocosa, me entregó un rollo de cartón de papel higiénico para que sustituyeran a mis dedos. Las risas de mis compañeros me recordaron mi limitación visual, que hasta entonces había pasado desapercibida. Así fue como me enfrenté a la realidad de mi miopía, que alcanzaba casi tres dioptrías. En fin, en el “Doro”, es decir en el colegio S. Isidoro, donde estudié de crio pasaba de todo, hasta que un profesor más digno me cambió de los últimos pupitres a los primeros y me animó a visitar al oculista. Tendría unos doce años y me encasquetaron a una edad difícil, una humillación y de paso unas gafas.
Quiero compartir esto porque en los años ochenta, el límite de dioptrías para librarse del servicio militar era de seis, ni más ni menos. Para alguien como yo, que no quería servir ni a Dios, ni a la Patria, ni al Borbón, ser considerado "casi ciego" no era una opción. No deseaba pasar 18 meses jugando a ser soldado. Vale la pena recordar que la Prestación Social Sustitutoria aún no existía hasta 1984.
No tuve más opción que recurrir a las gafas de mi hermano mayor, quien tenía seis dioptrías, mientras yo contaba con cuatro. Recuerdo un día utilizando sus gafas y sintiéndome como en un "colocón" debido a la diferencia en la graduación. Estuve unos días habituándome a ellas. Me sometí a la prueba rutinaria y esperar los resultados con ansias. No era broma perder 18 meses de vida para entregárselos a unos "locos" de las armas, desafortunadamente, eso era lo que había.
Finalmente llegó el momento de escuchar... ¡el veredicto!
El mozo Luis Poyatos Serrano, es declarado ¡ inútil tota!, creo recordar que para aquellos pocos mozos que quedábamos excluidos, utilizaban la expresión "inútil total” con todo sarcasmo, lo que supuso otra humillación más en vivo y en directo. Había muy mala leche, pero eso sí, en los certificados que nos entregaron, simplemente decía "excluido total.
Tanto una expresión como otra, solo puedo decir que me daba igual, ya que la suerte me sonrió y me tocó de verdad "la POLLA", si, con mayúscula, es decir, tuve la fortuna de obtener 18 meses más en la vida y no ver ni en pintura a esa patria militar que no reconozco, ni a ese dios y menos a ese pedazo de borbón, pelele, comisionista, putero que hemos tenido que soportar como un pueblo sumiso al miedo.
Buen verano y sean muy traviesos ni p…
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