Remembranzas de un pub

Elepé.

Abril/23.

 

Siguiendo la linea de recuerdos hoy toca los “etílicos” musicales.

En Granada, como ciudad universitaria, muchos estudiantes han trabajado en estos tipos de establecimientos y han podido sacarse unos ahorros, llegando a ser una forma de vida. Yo tuve la buena o mala fortuna según como se quiera interpretar estas experiencias vividas, de trabajar en ellos.

 

Granada, ciudad de bares, de tapas, de músicos, abogados…estuvo más de dos décadas prodigiosas e intensas en el top de la cultura andaluza, con unos “garitos” donde se podía ir a escuchar música en vivo. Eran los años ochenta ,noventa y afortunados fuimos los que pudimos disfrutarlos.Me estoy refiriendo obviamente a los afamados Pubs. El origen de esta palabra proviene del controlador mundo anglosajón que nos impone sus anglicismos hasta en la sopa. El término “pub” es una abreviatura de “public house”, locales de acceso público con licencia para vender comida y bebida en la Irlanda y Gran Bretaña del siglo XIX. Además podían ofrecernos otros regalitos como por ejemplo, bailar pero la actividad más importante y me reitero, era hacer MÚSICA EN VIVO .

Hoy en día, está todo regulado y se diferencia las prestaciones que se le otorga a un pub ,a un bar, a una discoteca, etc.

En Granada, como ciudad universitaria, muchos estudiantes han trabajado en estos tipos de establecimientos y han podido sacarse unos ahorros, llegando a ser una forma de vida. Yo tuve la buena o mala fortuna según como se quiera interpretar estas experiencias vividas, de trabajar en ellos. Eso si, como “universidad de calle”, la mejor. He tenido la experiencia de curtirme en ellos, de ser propietario de sala,”bodeguero” empresarial musical, coordinador, productor, manager, agente cultural… todo relacionado con la música en vivo.

Y de esto va la remembranza de hoy.

El primer pub, local, garito, antro o como lo queramos llamar, donde trabajé fue el mejor. Dejó huella en todo y así fue como el FREE, un local emblemático de los finales de los setenta y que pasó a llamarse, a principios de los ochenta, MINGUS, me marcó.

En el Free, tuve esa experiencia de diablillo nocturno, intentando aprender y luego a des-aprender formas para buscarse la vida.Tendría unos diecisiete años y hablamos den los finales de los setenta.

Mi primer jefe, Esteban, era un empresario muy respetuoso conmigo, tuvo la gran idea de cambiar los avatares de la noche y hacerse sufí (muy respetable),y mi primer compañero de trabajo en ese local fue Miguel Ángel Avila, un ser exquisito, hoy en día ,profesor de Lengua y Literatura por tierras africanas, hacia que las tardes, horas difíciles en los locales, se pasaran volando, gracias a la ingeniosidad e imaginación para contar historias. Miguel pertenecía a un magnífico grupo de teatro independiente, ya desaparecido, Aula 6.

 Fueron unos años donde era el “Al Capone” los discos, es decir, el que pinchaba la música en varios bares y por entonces era un aficionado a esa “cosa” llamada Jazz. El Free tenía el mejor equipo sonoro de la ciudad y no lo decía yo, todo el mundo se iba satisfecho del sonido y de la acústica de la sala.

Mas tarde, a Esteban le salió un comprador, un abogado de Ciudad Real, llamado Antonio, quien le puso como condición en el momento del contrato de traspaso del local, mi continuidad como trabajador junto a la pequeña colección de discos que tenia.

Antonio cambió el nombre del local, Free por Mingus y me hizo muy feliz, porque todos los fines de semana me daba tres mil pesetas para adquirir vinilos. Imagínense la hartá que compré hasta la desaparición del Mingus, pues todo tiene su final y nada es para siempre. En la etapa de Antonio se tuvo que lidiar con esa afamada droga que hizo mucho daño en España durante los ochenta y me refiero a la heroína. Era la época de “matoncillos” que había en la ciudad dando palos, como el “pachocho”, el “pollas”, el “quicones”, los afamados “maopeos”, etc.

Una tarde vino uno de ellos y me dio una “pipa” para que se la guardara, según el, había unos polis de paisano en el local. A partir de ese momento me tomó en gracia, !menos mal¡ !!éste era una bomba de relojería con dos patas¡¡ muy problemático, hasta que estalló en un encontronazo con el dueño. Tengo en la retina el salto que pegó Antonio desde la barra para dirigirse al susodicho personaje dándole una buena tanda de ostias. La situación quedó bien calentita porque al día siguiente, en la calle Gregorio Espín, ubicación del pub, se llenó por arte de magia y con respeto hacia esa comunidad, de auténticos ciudadanos de etnia gitana, serian familiares, amigos, del matón.El caso es que estaban allí hasta con burrito incluido. Expongo solo lo que vieron mis ojos. Tenia que abrir el local, me hice el loco pasando por delante de la puerta y me fui a buscar una cabina telefónica para informar a Antonio de la situación. Éste me comentó de no abrir ,ya me llamaría… A la semana recibí su llamada y me comentó que iba a traspasarlo e hiciera el favor de llevarme los vinilos. Lo que pasó después ya se sabe: un local marcado por “mala hierba” es una ruina y…el Mingus ardió .

Gran putada el no llevarme el magnífico equipo de sonido. En fin, por lo menos tuvo el detalle de avisarme y evitar la quema de discos.

Menuda colección que me hice de aquella experiencia.

Hasta el día de hoy no sé nada de Antonio.

En esta nueva etapa se empezó a proyectar películas de cine mudo y lo mejor, los conciertos. El primero, lo dio el afamado guitarrista Max Suñe (Iceberg) acompañado por Ernesto Baquero y Nicolás Medina. Recordamos también al grupo malagueño, Onice Quartet, donde estaban los excelentes músicos Vincent Clement, batería (hace poco lo vi por TVE acompañando el último concierto de Serrat), Javier Mora, a los teclados, el Pájaro, al saxo. 

También pasaron por el Mingus, el pianista alemán Henry Kneuer, Enrique Alirangues, la Banda del Tío Paco, Kiko Aguado, Anselmo Vaquero, Miguel Pedrosa, Julio Pérez, el que escribe esta historieta… Gracias a lugares de ensayo como el que teníamos en las caballerizas de la Plaza de Toros, locales como el Saxo, Swing, el Trápala, Mesón las Murallas, Piaf, la Tertulia, la Garnacha, la Recacha y tantos otros que vinieron después a aumentar el potencial de la MÚSICA EN VIVO que había en nuestra querida ciudad, allá por los años ochenta dejando huella hasta hoy en día. 


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