Aguirre, la grandeza contracultural.
El comunero.
Mayo/24
No es la condesa de Bornos, Esperanza Fuencisla Aguirre y Gil de Biedma, una mujer que suela dar ejemplo de la Grandeza de España que conlleva su título más reciente, más bien todo lo contrario, como tampoco da muestras de la Grandeza de España que adorna su otro título condal, este en grado de consorte, el de Condesa de Murillo, que ostenta desde que en 1974 matrimonió con ilustre Fernando de Haro y Valdés, conde de tal.
Las últimas apariciones públicas de la expresidenta de la Comunidad de Madrid, de la expresidenta del Senado de España y de la exministra de Cultura de Educación y Cultura, durante el primer gobierno de José María Aznar, son más perfecto ejemplo de fanatismo, autoritarismo y comportamiento tan antidemocrático como antisocial, que un modelo a seguir por las nuevas generaciones.
Ciertamente un español con un mínimo de gallardía lo que espera de una Grande de España, no es que acuda a arengar, en su intentona golpista, a un puñado de fanáticos franquistas y ultracatólicos que se concentran a las puertas de un partido político a rezar el rosario y gritar exabruptos, entre empujones e insultos a la policía y el delirio colectivo de un puñado de intransigentes y matones incapaces de vivir en una sociedad democrática. Tampoco esperará verla de copiloto automovilístico de un beodo que reconoce sin pudor ante las cámaras que va mochales, tras la celebración de una boda hortera en la que la Grande de España resaltó y levó mucho el listón.
Pero desde luego lo que deja cuajado a cualquier español con un mínimo de sentido común es que su Grandeza de España mienta, de forma tan descarada como inmoral y desternillante, en un burdo intento de amoldar la reciente historia de España al acomodo de su ideal faccioso.
Esto último es lo que ha intentado Esperanza Fuencisla Aguirre y Gil de Biedma, dos veces Grande de España cuando en un acto organizado por las Nuevas Generaciones del Partido Popular, con motivo de la conmemoración de la proclamación de la II República Española, la condesa Aguirre afirmó que la Guerra Civil no fue consecuencia del golpe de estado franquista, sino que la responsabilidad recaía en el Partido Socialista, porque: "los socialistas no aceptaron la victoria de la derecha en las elecciones del 33, lo que dio pie al enfrentamiento y a una suerte de "golpe de Estado del 34", en referencia a la Revolución de octubre de 1934.
Según Aguirre, la derecha "arrasó" en las urnas, lo que provocó que la izquierda se sublevara en "un golpe de Estado" en el 34, que realmente fue una huelga general revolucionaria. "Ese es el origen de la Guerra Civil. El PSOE no acepta la alternancia en el poder, y como no lo acepta, hace el golpe de Estado del 34. Se llamó la Revolución de Asturias, pero fue un golpe de Estado", indicaba la dos veces Grandeza de España, corrigiendo a los historiadores y amoldando la historia a su interés ideológico con la desvergüenza habitual de quien está acostumbrada a ordenar, y ante una concurrencia cachorra a la que se adoctrina en la falacia desde que son destetados.
La verdadera historia es que la II República Española fue asesinada por una coalición fascista internacional, que contó con el apoyo de un numeroso grupo de traidores dentro y fuera de las fronteras de la España de 1936, tras combatir en una guerra civil que duro tres años y se desencadenó por el fracasado golpe de estado perpetrado por mandos fascistas del ejército de España, nobles y banqueros descontentos con la República, diga la barbaridad que quiera decir doña Esperanza Fuencisla Aguirre y Gil de Biedma, dos veces Grande de España.
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