A fuego lento
Lector impertinente.
Agosto/24
La película es extremadamente barroca, otoñal, preciosista y gastronómica. Todo eso combinado es un cocktail explosivo siempre y cuando uno ame este mundo. Para no amantes de la gastronomía clásica, o personas que busquen un argumento entramado no es la película.
Una historia de amor única, aunque como dice el film en un momento "el amor es una cena que empieza por el postre", en este caso es una larga cena con un postre tardío, o en el mejor de los casos un postre infinito que acaba en la mejor parte.
El arranque es magnífico, durante el proceso de elaboración de unos platos, en donde el director demuestra su talento en el movimiento de la cámara.
Dodin Bouffant (Benoît Magimel), es un chef ficticio que vive en una gran casa solariega con huertas dónde cocina para “personas importantes” y cuenta con la ayuda de una maravillosa cocinera, que es Eugenie, una encantadora Juliette Binoche, que da a su personaje toda el misterio, encanto y atracción que sólo ella sabe hacer. Hay química entre Benoît y Juliette, no en vano fueron pareja unos años.
La película es extremadamente barroca, otoñal, preciosista y gastronómica. Todo eso combinado es un cocktail explosivo siempre y cuando uno ame este mundo. Para no amantes de la gastronomía clásica, o personas que busquen un argumento entramado no es la película.
Está situada en el siglo XIX, un momento gastronómico situado entre dos grandes genios de la cocina francesa, Antonin Carême y Escoffier. Es a Carême a quién Eugenie sigue a pies juntillas, pero será Escoffier el que marcará las nuevas tendencias y los sueños de Bouffant. Entre los dos, son una combinación imbatible que tiene a sus compañeros de mesa totalmente hechizados. En un momento dado, como línea argumental, un príncipe euroasiático invita a Dodin a un menú que dura 8 horas… y él trata de crear otro en respuesta que esté a la altura de la gastronomía francesa, tratando de resaltar la sencillez de sus platos más icónicos con una técnica gastronómica que desmaye. Ahí resalta el pot-au-feu, un estofado de carne y verduras, popular entre la gente y que encontramos en el título original de la película (The Pot au Feu).
La esencia de lo que es la gastronomía, es decir la Gastronomía como cultura, nos habla de referentes como tener una memoria gustativa, de ser un personaje vivido para apreciar sabores concretos, del talento en saber disfrutar, en saberse dejar llevar por las emociones cuando algo satisface nuestros sentidos, del talento para combinar vinos y alimentos, del placer de ver y dar de comer, del placer de saborear grandes creaciones, del sentir el sabor de los platos en nuestro cerebro y despertar emociones. Poca luz, casi siempre a la luz de velas o brasas, dorados de atardecer, y oscuridad de pasillos. Tanto que cuando salimos al exterior, la luz nos ciega, como si saliéramos de un encierro voluntario viendo cómo se cocinan con esmero y profesionalidad deliciosos platos que uno quiere probar YA. No en vano está la mano del chef Pierre Gagnaire, del restaurante que lleva su nombre con 3 estrellas Michelin. Todos los platos que salen fueron elaborados y son reales. ¡Madre mía!, quiero probarlos casi todos.
El encargado de dirigir esta bonita película es "Tran Anh Hung", un director de origen vietnamita, que cuenta con una experiencia en películas y para este nuevo proyecto creo que ha realizado un trabajo a nivel dirección bastante bueno para los pocos escenarios que cuenta esta cinta. Las escenas en interiores destacan mucho más que las escenas en exteriores en los paisajes de la Francia más rural y creo que es un acierto porque hace destacar más a esta pareja de personajes, entre otros.
Para realizar el guion de esta película se han basado en la novela escrita por "Marcel Rouff", pero creo que la propuesta que nos trae "Tran Anh Hung" creo que no es nada innovadora, pero el hecho de añadir a la historia esta parte más de la alta cocina creo que le da un toque diferente a una novela que seguro está más enfocada en la parte más romántica. En general, el guion me ha parecido interesante y con algunos toques que dan más riqueza al género del drama romántico.
La primera mitad es bastante interesante, ya que además de centrarse en el mundo de la cocina, va introduciendo diferentes asuntos secundarios que a priori son interesantes, además de tener una atmósfera de fondo en donde, como dice el título en español, parece que hay algo que se está cociendo a fuego lento.
Pero la segunda mitad es decepcionante, ya que tenía todos los elementos para haber sido una gran película teniendo en cuenta lo planteado anteriormente, además de que creo que se toma una mal decisión en una situación clave en el desarrollo de la parte final de la historia.
Pese a todo ello, se agradece este tipo de películas que al menos no aburren, aunque quizás su metraje sea excesivo, y que se ve con agrado porque tiene una gran ambientación de época, y en el fondo es una película deliciosa, aunque la historia es bastante convencional y poco arriesgada para lo que podría haber sido.
Si a todo ello sumamos las grandes interpretaciones de Juliette Binoche, una más de la excelente actriz francesa, y sobre todo de un Benoît Magimel, que está intenso y creíble como Dodin Bouffant.
Una de las películas más fáciles de recomendar a casi todo tipo de público, en especial a los aficionados al cine de época o al mundo de la cocina.
La mirada del espectador más lúcido, se deslizará deliciosamente sutil y evanescente, entre preparaciones culinarias resueltas con primoroso gozo. Contiene ideas gastronómicas originales, y el visionado de la preparación de los alimentos, aporta un muy apreciable sabroso regalo.
La película hace un homenaje a la gastronomía y cultura culinaria francesa, presentando platos increíbles que harían babear a cualquiera. La cocina y la comida son vistas como una ceremonia y todas las conversaciones importantes se dan siempre alrededor de la mesa.
Una oda al placer gastronómico y una historia de amor cimentada en la admiración mutua. Binoche y Magimel, que fueron pareja, son pura química. La cocina requiere tiempo y cariño, y así rueda Tran Anh Hung. La fotografía es de una belleza arrebatadora; la cámara levita y cada plano casi puede olerse y paladearse. Encantadora, deliciosa y de un gusto exquisito. ¡Qué hambre!
La obra, premiada en el festival de Cannes y seleccionada para representar a Francia en los Oscars —con polémica incluida al dejar fuera a la excepcional "Anatomía de una caída"—, es una mirada a las tareas dentro de la cocina como vínculo de amistad y amor, nos hace partícipes de un espacio sereno y siempre en marcha, contrastando con el frenesí actual. "A fuego lento" es una invitación a disfrutar de la gastronomía y del cine hecha con la destreza de un experto y con el espíritu juguetón de un entusiasta.
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